La victoria del Baskonia en Lugo no fue brillante, pero sí muy relevante. El 100-103 ante el Breogán dejó sensaciones encontradas desde el punto de vista del juego, aunque refuerza de forma notable la posición del conjunto azulgrana en la carrera por la Copa. En un momento de la temporada marcado por el desgaste físico y las ausencias, sacar adelante un partido así siempre tiene un valor añadido.

El equipo llegó a la cita falto de opciones. La baja de Diakite dejó tocado el juego interior y el cansancio acumulado por la carga de partidos volvió a notarse en fases del encuentro. Aun así, los de Paolo Galbiati supieron competir, agarrarse al choque cuando este se convirtió en un intercambio de golpes y resolverlo en un final a cara o cruz. Un esfuerzo que no dudó en reconocer el propio técnico italiano.

Con este resultado, el Baskonia alcanzó el balance de 7-5 en la ACB, igualando al Unicaja, séptimo clasificado. Algo que le permite encarrilar su presencia en la Copa del Roig Arena: la experiencia dice que, en la mayoría de las ediciones, nueve victorias suelen ser suficientes para lograr el billete, y el equipo azulgrana ha dado un paso importante para situarse en ese umbral con margen de maniobra.

El calendario invita al optimismo. Restan cinco jornadas antes del corte y cuatro de los rivales (Andorra, Girona, Manresa y Gran Canaria) están por debajo en la tabla. Sin olvidar que, ante los andorranos y manresanos, los de Galbiati jugarán en el Buesa Arena, factor determinante si el Baskonia es capaz de hacer valer su condición de local, tal y como lo ha hecho hasta el momento.

MAYOR AMBICIÓN

Pero el escenario puede ser incluso más ambicioso. Si el equipo responde en las próximas jornadas, podría asegurar su presencia en la Copa y también aspirar a llegar en una posición más ventajosa. El cuarto puesto no es una quimera si los azulgranas son capaces de encadenar triunfos y aprovechar los pinchazos del resto. CB Canarias, Barça y Joventut solo tienen una victoria más.

Más allá de la clasificación, la Copa ACB tiene un peso simbólico evidente. El Baskonia se ha quedado fuera en cuatro de las últimas seis ediciones, una anomalía para un club históricamente habitual en la cita. Volver a estar entre los ocho aspirantes no solo supondría un premio a la reacción del equipo, sino también un paso necesario para normalizar su estatus competitivo en la liga doméstica.

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Y es que el proyecto de Galbiati ha ido claramente de menos a más. Con sus inevitables altibajos, el equipo ha ganado solidez, ha encontrado roles más definidos y empieza a competir mejor en escenarios complejos. No hay garantías de éxito, pero sí la sensación de que este Baskonia puede dar la cara en los momentos decisivos, que no es poco para cómo empezó el periplo del italiano.

Ahora bien, habrá que ver qué suerte tiene el conjunto gasteiztarra con los contratiempos en 2026. Evitar nuevas lesiones, especialmente en posiciones sensibles, puede marcar la diferencia. Del mismo modo, será fundamental que jugadores capitales como Luwawu-Cabarrot y Markus Howard mantengan el nivel mostrado en las últimas jornadas. Es necesario combinar estabilidad con rendimiento.