Llega el parón que jamás hubiesen deseado el Baskonia ni su afición. Mientras ocho equipos pelearán por el título de Copa desde este jueves en el Palacio de los Deportes de Granada, el equipo vitoriano deberá purgar en casa sus numerosos pecados a lo largo de la temporada más difícil que se recuerda.
Así es la cruda realidad para los hombres de Neven Spahija, un entrenador que a la espera de posibles refuerzos en el timón y la pinturapintura tiene un arduo trabajo por delante para enderezar el maltrecho rumbo de una campaña torcida desde el arranque.
Hasta el próximo duelo previsto el jueves 24 ante el Unics Kazan en la Euroliga, donde cualquier esperanza de pelear por el Top 8 se ha desvanecido tras la deriva de las últimas semanas, urge un imprescindible rearme físico y anímico. Trabajo a raudales en la centrifugadora del Buesa Arena y descanso a partes iguales para un reducido número de jugadores con una carga de minutos desmedida en algunos casos.
Muchas urgencias, en concreto desde la rescisión de contrato de Landry Nnoko, se encuentran localizadas en la cuerda interior, una demarcación crítica donde se perciben las débiles costuras hasta en los días donde el Baskonia somete con claridad a sus rivales. El concluyente triunfo ante el Betis dejó como preocupante noticia el hecho de que los dos cincos.
Una cifra desmedida que, por otro lado, no sorprende a casi nadie porque desde hace meses cualquier pívot rival está hurgando en la herida del endeble juego interior azulgrana, huérfano de una figura intimidadora y que imponga respeto. Nnoko, al que Ivanovic pronto puso una cruz, distó mucho de ser ese poste que proporcionara un mínimo de consistencia y su salida rumbo a Burgos a primeros de enero agravó los problemas.
Bien por las limitaciones económicas del club bien por la falta de gangas en un mercado complicado a estas alturas, el Baskonia se ha encomendado a dos jugadores como el día y la noche en este instante.
Si durante la primera parte fue Enoch quien cotizó al alza bajo los aros merced a esa innata facilidad para facturar canastas, es ahora Costello el encargado de sostener los inestables cimientos alaveses. De momento, Spahija se resiste a simultanear la presencia de ambos, algo que sí sucedió bajo la batuta de Ivanovic, ya que el croata siempre aboga por tener como escudero a un jugador capaz de abrir el campo, casi siempre Fontecchio o el renqueante Peters.
El pívot nacionalizado costamarfileño vive hoy en día su momento más dulce desde que recalase en el Baskonia y se ha convertido en una de las contadas luces en medio de la oscuridad. Sin embargo, su notable papel no esconde algunas limitaciones en cuanto a centímetros, kilos y poderío físico de las que ciertos pívots extraen provecho. El espigado Pasecniks le dejó el domingo en evidencia al inicio del tercer cuarto sin que ello restara valor a lo que fue otra completísima actuación de Costello ante los hispalenses.
El ex del Gran Canaria es de esos baloncestistas de sangre caliente con los que la afición del Buesa Arena se identifica a las primeras de cambio. Además, es capaz de abrir el campo para amenazar desde la larga distancia, puede jugar de espaldas al aro y también corre el contragolpe condensando muchas de las virtudes del pívot moderno.
Quienes atraviesan un bajo momento en cuanto a confianza son Enoch, un pívot todavía tierno e inmaduro para erigirse en un primer espada de un club de altos vuelos como el Baskonia, y Sedekerskis.
El ex del Obradoiro ha perdido ese brillo ofensivo de la primera parte de la temporada mientras se convierte en un blanco muy fácil para sus pares. El otro interior que podría tapar sus carencias, Tadas, ha quedado desplazado por completo desde el aterrizaje de Spahija.
El lituano ha pasado de ser un todoterreno que manchaba todos los apartados estadísticos a una figura casi intrascendente. No amenaza tanto como otros compañeros desde la larga distancia y el técnico croata apenas está contando con sus servicios. Fue un visto y no visto el domingo ante el Real Betis en una matinal donde ni siquiera recibió la alternativa para disputar los minutos de la basura.