Fue una dosis de angustia completamente innecesaria. Quizás se vio ganador antes de tiempo con ese 63-79 en el minuto 35 o es que simplemente el partido se le hizo eterno a un Baskonia que, con una rotación reducida a la mínima expresión y varios efectivos con la lengua fuera, también perdió a Vildoza por el camino por culpa de las cinco faltas. En una medida a la desesperada, Messina plantó al Armani en una zona 3-2 que se le indigestó por completo a un exhausto maratoniano azulgrana, necesitado de una última genialidad de Henry para evitar que su sobresaliente trabajo anterior acabara en la papelera.

Después de que una canasta de palomero firmada por Roll elevara un inquietante 79-81 al marcador, el base estadounidense aseguró el triunfo con una de esas canastas que perdurará mucho tiempo en la mente de los seguidores azulgranas. Henry no levantó la cabeza en busca de aliados, avanzó raudo hacia el aro y gracias a una perfecta finta al exterior nacionalizado tunecino logró ese providencial dos más uno que premió los incontables méritos alaveses. Castigo merecido para un Armani siempre a remolque en el marcador cuya remontada final resultó insuficiente.

Tras una noche en la que no hubo un término medio en su rendimiento, Henry acabó elevado a los altares. Nadie se acordará hoy de sus errores infantiles o esos pases al limbo que nadie entendió. Para lo bueno y lo malo, el de Virginia Occidental es así. Un jugador imprevisible pero con magia en sus manos.

Cada vez que se ve con la soga al cuello, el Baskonia saca lo mejor de su particular chistera. Ayer afrontó el salto inicial ante el Armani a tres victorias del Top 8 tras el nuevo triunfo del Zalgiris, pero demostró en Milán que quiere agarrarse con uñas y dientes a la Euroliga. El conjunto vitoriano se reivindicó nuevamente como un aspirante tras un partido redondo en el que llevó la delantera desde el cuarto inicial e hincó el diente con suficiencia a un gallito de la máxima competición continental.

Manotazo en la mesa

Poco importó el desequilibrio numérico respecto a un Armani cuyo mayor fondo de armario resultó anecdótico. El tobillo de Polonara le borró del choque e Ivanovic volvió a convertir a Diop, Kurucs y Raieste en figuras decorativas, pero los ocho guerreros presentes en la pista lombarda respondieron a la confianza ciega de un entrenador que siempre maneja con sabiduría grupos cortos.

El contundente puñetazo en la mesa fue hasta cierto punto inesperado teniendo en cuenta la línea ascendente del Armani en la actual temporada. Tras los siete puntos seguidos de Shields que propiciaron la solitaria desventaja en toda la noche (7-6), el Baskonia rubricó una de las actuaciones más convincentes hasta la fecha. Con un partido asequible pendiente en Berlín, nadie le puede descabalgar aún de la encarnizada pelea por el Top 8.

Pese al elevado número de pérdidas, muchas de ellas infantiles con la firma de Henry, reapareció ese equipo altanero que no sufre desconexiones y en el que todas sus piezas conocen al dedillo su cometido. Tal y como sucedió en Estambul (Efes) y El Pireo (Olympiacos), la tropa alavesa sacó petróleo de una plazaa priori inabordable.

La baja de última hora de Polonara no supuso ningún lastre para las aspiraciones del Baskonia de conquistar el Mediolanum Forum. Con una rotación todavía más corta que en jornadas precedentes, el equipo vitoriano recuperó su versión más altanera en una sobresaliente primera mitad. Tan solo las incesantes pérdidas de Henry proporcionaron algo de aliento al Armani, muy tierno en labores defensivas y con varias estrellas difuminadas por el buen hacer azulgrana en labores de contención.

Ivanovic encontró variadas soluciones para plasmar su plan de partido. Los tiros abiertos de Jekiri, la amenaza triplista de Giedraitis, la mordiente de Dragic en las penetraciones y la hegemonía interior de Fall mantuvieron a raya al Armani. Sin muchos centímetros bajo los aros, el partido resultó propicio para el lucimiento del gigante senegalés. El conjunto de Messina se agarró esporádicamente a la velada a base de sus notables individualidades, pero su estabilidad como colectivo brilló por su ausencia. Con todo, un último arreón de los italianos puso un nudo en la garganta a un Baskonia que sigue vivo en Europa.