Vitoria - Desde que Jayson Granger se lesionase de gravedad, el Kirolbet Baskonia echaba muchísimo de menos una tercera pieza en la dirección de juego que apoyase a Pierria Henry y Luca Vildoza y aportase cosas diferentes a estos dos bases. Dicha figura la ha encarnado un Sergi García que ayer tuvo la oportunidad de estrenarse con su nueva camiseta en un encuentro contra el Joventut en el que el jugador argentino se quedó en el banquillo de los lesionados al arrastrar todavía esas molestias en el hombro que tantos problemas le está dando desde hace semanas. Una circunstancia que condujo a que el recién llegado permaneciese durante algo más de quince minutos sobre el parqué del Buesa Arena en una primera aparición en la que evidenció que le puede aportar un punto de intensidad más al equipo con su dinamismo y su constante actividad sobre la cancha para tratar de sumar en muchos apartados del juego.

Si en el juego de Henry el bote a un ritmo pausado se convierte en protagonista hasta hacer muchas veces el juego excesivamente pastoso y lento, el balear entiende el baloncesto a un ritmo endiablado. Un estilo que encaja a la perfección con lo que busca históricamente un Baskonia que siempre ha sido un equipo muy dañino a la carrera. Y, precisamente, durante su primera aparición en el partido Sergi García fue capaz de darle ese pisotón al acelerador que condujo al equipo vitoriano a abrir brecha en el marcador a toda velocidad y con el balón corriendo con fluidez.

En esos primeros minutos, la última incorporación del equipo vitoriano mostró que puede aportar en facetas muy diferentes merced a su capacidad para mantenerse muy activo en todo momento. Así, con su velocidad de manos pudo recuperar dos balones que propiciaron rápidas transiciones. Un estilo en el que el balear disfrutó al máximo, encontrando espacios para alimentar con canastas fáciles de sus compañeros. Entre ellos, un espectacular pase picado a dos manos para el mate de Tornike Shengelia, una de las cinco asistencias que repartió con una ejecución exquisita por la dificultad.

Exhibió durante esos minutos Sergi García las virtudes que se le exigen a una pieza de rotación. Incrementar el ritmo, subir la intensidad defensiva y ser capaz de sumar en apartados estadísticos diversos. Facetas en las que posteriormente ya no estuvo tan acertado, coincidiendo su empeoramiento personal en la dirección también con los peores minutos del equipo.

El debe lo tuvo en la anotación, ya que no estuvo acertado en los dos lanzamientos triples que tuvo. El Joventut, sabiendo que no es un gran tirador desde el arco, le cedió claramente un espacio que el base no fue capaz de aprovechar. Fueron sus únicos intentos de buscar la canasta, por lo que se marchó con el casillero anotador a cero, pero adornado con cinco asistencias y un par de recuperaciones.