Ni oro, ni incienso, ni mirra. Los tres Reyes Magos de la familia Díez adoran al niño Jesús con presentes en forma de cereales, como trigo o cebada, y legumbres como alubias, lentejas y garbanzos y hasta árboles, como pinos o encinas. Los plantan en su nacimiento de su domicilio de Vitoria, de la calle Juntas Generales, cada año por el puente de la Inmaculada y los retiran en febrero, tras la festividad de las candelas. Y alguna vez, como cuenta María, una de las dos hijas de este matrimonio, hasta han tenido la suerte de comerse algunas habas, después de que su padre, una vez quitado el belén, las trasplantara en su huerta, en Zuñeda de Bureba (Burgos). "Mis padres dicen que están ricas, pero yo no las como", matiza, entre risas, esta joven, que ha heredado la pasión de su aita. Su hermana mayor, en cambio, es de las que se conforma con ver "lo bonito que está todo una vez que ya está puesto". Y eso que se llama Belén. "Pero es porque nació el 26 de noviembre", añade María.

Precisamente, fue en esta localidad burgalesa, de la que es oriundo su aita, dónde germinó la idea de sembrar legumbres y cereales en este pesebre. "Cuando era pequeño, en su colegio, le enseñaron a hacer los sembrados en el nacimiento que ponían", recuerda.

Así que cuando Luis Ángel se casó con Ascen, otra apasionada de esta decoración navideña, tuvieron claro que en su salón habría siempre uno. Sin embargo, no fue hasta que María era pequeña, con uno ochos años, cuando empezaron a ampliar el belén, hasta tal punto que hoy en día mide cuatro metros de largo. Un buen terreno para cultivar todo lo que les plazca. "Y lo bueno es que no hay que regalarlo todos los días. Prácticamente con hacerlo el primer día, ya vale porque luego la humedad se mantiene", asegura.

Dadas estas dimensiones, tampoco esta familia escatima en el número de figuras. "Animales, por ejemplo, tenemos 200 y en total, con los humanos, habrá 300", añade. Y cada Navidad hay novedades. "Este año hemos puesto estas ovejitas que tienen lana de verdad", resalta María, mientras enseña una de ellas.

Y no son las únicas. "Hemos reformado el tejado de algunas casas, con teja árabe, y puesto faroles en otra, pero no es fácil encontrar ya estas piezas", lamenta. La propia María también se ha puesto manos a la obra para elaborar una panadería, con media docena de hogazas y otras tantas baguettes, a las que ha dado vida tras amasarlas con Das, una pasta especial, y luego colorear todas las piezas.

Para 2020, María ya piensa en hacer una estantería para el alfarero y mejorar el puesto de frutas, aparte de seguir con la reforma de casas. "Ya es imposible imaginarnos la Navidad sin este belén". Y pese a su tamaño, hacen vida normal en su salón, "acabamos de celebrar aquí mismo la cena de Nochebuena".