VITORIA - El Ayuntamiento de Vitoria ha trasladado a la ciudad marroquí de Tánger, como propietaria del palacio Álava-Esquível, los plazos y condiciones que debe cumplir para afrontar las obras de reforma que contribuyan a paliar el deficiente estado de conservación del histórico edificio, ubicado en la calle Herrería. Desde la capital alavesa se ha establecido el inicio de esas labores para “antes del mes de septiembre”, según desveló ayer la responsable de Urbanismo, Itziar Gonzalo, durante la celebración de la comisión de su departamento.

Respondió la edil jeltzale a dos preguntas, realizadas desde EH Bildu y Podemos, referidas a las medidas a tomar con respecto a ese edificio y sobre el que también se ha pronunciado el Ararteko. Concretó Gonzalo también, los plazos que se han dado a la municipalidad de Tánger para que “antes del 16 de marzo presente el contrato de un arquitecto que se encargue del proceso de rehabilitación del edificio”. Una vez que tenga esas dos premisas, deberá presentar el citado proyecto de intervención a fin de tener también “antes del 30 de junio” la correspondiente licencia municipal para las obras que se vayan a desarrollar en el vetusto palacio.

ejecución subsidiaria Desde la primera institución municipal se espera que su homóloga marroquí asuma las tareas y trabajos a llevar a cabo para apuntalar y corregir el estado del edificio. En caso de no acometer esas necesarias labores, se verá obligado el Ayuntamiento gasteiztarra a “iniciar la ejecución subsidiaria y la licitación” correspondiente de los trabajos para reclamar después a su verdadero propietario los gastos originados, con el consiguiente trastorno económico y legal para las arcas municipales. Este edificio, catalogado como Bien Cultural, está ubicado en el corazón del Casco Medieval, es propiedad de la ciudad de Tánger, y a ella corresponden los gastos del mantenimiento del palacio que se encuentra en un evidente estado de deterioro. Como ya avanzó DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el pasado 8 de febrero, los propios vecinos lamentan el estado de esta edificación, al tiempo que señalan que, a la hora de llevar a cabo estos trabajos, sea requerida su participación para ese fin.

La nula atención que presta la propiedad hacia las tareas de mantenimiento, ha llevado incluso a un reciente pronunciamiento del Ararteko, el pasado 11 de enero, en el que reconoce que ante la necesidad de garantizar el grado de conservación del palacio, corresponde también al Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación Foral de Álava ser entidades competentes en la materia. Es por eso que ayer la concejal de Urbanismo afirmó que, en caso de tener que llevar a cabo las tareas, éstas se harán con la correspondiente “coordinación del departamento de Cultura” de la entidad foral.

expropiación Los representantes de EH Bildu y Podemos quisieron saber, además, si el Consistorio se plantea la posibilidad de expropiar el edificio ante la postura de las autoridades norte africanas. “La propiedad no es municipal, y el volumen de las obras a acometer es de tal envergadura, que el Ayuntamiento no lo puede afrontar, como tampoco la expropiación. No es el escenario deseable, ni parece factible adquirirlo por esa vía”, admitió Gonzalo.

Desde EH Bildu, Félix González lamentó la “interlocución fallida” que se viene sucediendo en este asunto desde que se inició el problema en el año 2007. Remarcó también el abertzale que la entidad municipal vitoriana se verá “abocada a una ejecución subsidiaria para ejecutar el proyecto e iniciar las obras”. Por parte de Podemos, fue su concejal Juan Cerezuela el que avanzó la “expropiación como solución final para este edificio. Ahora bien el asunto radica en saber si se llevará a cabo antes o después de que se caiga”, concluyó.

Cuestión de herencia. El edificio ubicado en el corazón del Casco Medieval acabó en manos de la ciudad marroquí como resultado de una herencia. El donostiarra Ignacio de Figueroa, duque de Tovar, falleció soltero y si descendencia en 1953. Dejó la herencia a su hermana María Cristina que, al año siguiente, también murió. Declaró como heredero universal al National Cáncer Institute y, en caso de no aceptarlo, que pasara a manos de Tanger, una ciudad en la que vivió su hermano Ignacio.