El Deportivo Alavés de Eduardo Coudet es un rara avis. Hasta la llegada del técnico argentino, los babazorros daban la cara a domicilio, pero siempre era en Mendizorroza donde mostraban su mejor versión. Ahora, sucede al contrario. Y no solo en lo referente al juego, también en cuanto a los resultados. Con el empate cosechado frente al Mallorca (1-1), el equipo ha sumado siete puntos como visitante y dos como local con el Chacho.

Uno de los factores clave en esta diferencia de rendimiento es la mayor eficacia en ataque cuando se juega fuera. Aunque al Glorioso le cuesta mucho sacar provecho de sus posesiones sin importar el escenario, la cantidad de goles que marca lejos del Paseo de Cervantes es muy superior. Dos se lograron en El Sadar, otros tantos en Mestalla, tres en el Villamarín y Butarque y uno en Son Moix, para un total de once. En Vitoria, solo un par.

La pena es que ese gran desempeño goleador –Montjuic es el único campo que se ha resistido con el Chacho– no se haya traducido en más puntos, si bien no está nada mal haber sumado un triunfo, cuatro empates y una sola derrota a domicilio. Lo cierto es que, si se hubiera sacado algo más de Mendizorroza, esos números como visitante serían notables. Además, pudieron ser mejores: ante el Valencia y el Leganés se mereció ganar.

El denominador común entre el Alavés que juega en casa y el que lo hace fuera es la fragilidad defensiva. En líneas generales, la zaga albiazul se muestra bastante eficaz durante los partidos, pero siempre acaba cometiendo uno o varios errores que le lastran. En Mallorca, sin ir más lejos, los de Jagoba Arrasate tuvieron varias ocasiones claras para ampliar su ventaja y romper el encuentro. La de Muriqi, mano a mano, fue la mejor.

Por mantener la concentración a lo largo de los más de 90 minutos que duran las contiendas pasa parte importante de la mejoría del Glorioso, sobre todo si se pone el foco en las rectas finales. Diez de los 39 goles encajados este curso han llegado en los epílogos, lo que, en términos de puntos, se traduce en haber perdido nueve. Con esa diferencia, el equipo sería decimocuarto, adelantando al Getafe, y contaría con un colchón de siete.

RECUPERAR LA ESENCIA DE ‘MENDI’

Visto que a domicilio se cumple, recuperar la condición de fortín de Mendizorroza es prioridad absoluta. Por mucho que el Alavés sume lejos de Vitoria, los números no van a dar si no se puntúa en casa. Y no solo puntuar, sino ganar. El estadio gasteiztarra debe ser un lugar incómodo para los rivales. No puede repetirse que, con solo esperar atrás y aprovechar una ocasión, los visitantes puedan marcharse con los bolsillos llenos.

Hoy por hoy, el club babazorro es el peor local de la categoría, igualado con el Real Valladolid y Las Palmas. Todos ellos han sumado solo 13 puntos en casa, habiendo jugado, eso sí, un partido menos el Glorioso. La última victoria se dio el 1 de noviembre, es decir, hace más de cuatro meses. Fue contra el Mallorca, por la mínima y Luis García Plaza aún dirigía al equipo por aquel entonces. Lo que sucedió después es de sobra conocido.

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El empate del Alavés en Son Moix, en imágenes Área 11

Con el Chacho, el balance en el Paseo de Cervantes es de dos empates (Athletic y Celta) y tres derrotas (Girona, Getafe y Espanyol). Los tres varapalos, por cierto, de forma consecutiva. En total, el Alavés acumula seis jornadas sin ganar en casa. Algo que, en los ocho últimos cursos del club en la élite, solo se ha dado una vez: en el 2018-19. Aquel año, con Abelardo al frente, se llegó a estar siete partidos sin conocer el triunfo como local.

Al técnico asturiano, sin embargo, no le influyó en exceso esa mala racha, pues su equipo estaba más cerca de entrar en Europa. No así ocurre con Coudet. Pese a sus flojos resultados, la propiedad confió en él tras perder ante los pericos y continúa haciéndolo después de las tablas en Son Moix, pero todo tiene un límite. Está en la cuerda floja y necesita ganar al Villarreal este sábado (16.15 horas) para que la esperanza no se diluya.