Un punto que no saca de pobre al Deportivo Alavés (1-1), pero que sí le sirve para no perder la esperanza. De poco valdrá, eso sí, sumar como visitante si luego no se hacen buenos esos resultados en Mendizorroza. Ahí está la clave. Kike García, en la segunda mitad, fue quien rescató el empate de Son Moix en una tarde en la que los babazorros no fueron capaces de corregir las carencias de días anteriores. Siguen siendo frágiles

El entrenador argentino introdujo varios cambios para la trascendental batalla en el estadio balear. Manu Sánchez y Carlos Martín entraron en el once en detrimento de Moussa Diarra y Toni Martínez, modificando ligeramente el sistema. En vez de una doble punta, se optó por que el madrileño jugara por detrás de Kike. El dibujo, eso sí, fue bastante variable en ataque, con muchos intercambios de posiciones en la mediapunta.

La cita comenzó de la peor manera posible para los intereses del Alavés. A los nueve minutos de juego, en una acción que no parecía de mucho peligro, Asano adelantó a los locales mediante una fortísima volea desde la frontal (1-0). Nada pudo hacer Sivera para interceptar el balón, que quitó las telarañas a la escuadra. Quien sí debió intervenir antes fue la defensa. No vale lamentarse de un golazo si el artillero dispara sin oposición

Los babazorros respondieron a ese primer varapalo igual que lo habían hecho en jornadas anteriores: amasando la pelota. Llevaron la iniciativa, sí; pero sin capacidad para exigir un mínimo al Mallorca. El equipo se mostró plano en exceso, sin ideas en tres cuartos y obligado a terminar jugadas en posiciones favorables para los bermellones. Carlos Martín y Kike García, pese a no ser eficaces, fueron los más activos en ataque.

Mucho menos necesitaron los locales para generar la oportunidad más clara de la primera mitad, además de la que acabó en gol al inicio. En un contragolpe, el Glorioso hizo un pésimo balance defensivo y, en consecuencia, Muriqi se quedó mano a mano con Sivera. Afortunadamente, el kosovar no estuvo acertado: intentó picar el balón y este se fue desviado. Un alivio que, en realidad, no hizo más que confirmar la fragilidad albiazul

GOL PARA LA ESPERANZA

Tras el paso por los vestuarios, la contienda se le puso todavía más cuesta arriba al Alavés. No por superioridad del Mallorca, sino debido a lo trabado que empezó a verse el juego. Si ya le había costado a los gasteiztarras generar peligro en un escenario de apenas interrupciones, más se le iban a complicar las cosas si se embarraba el partido. Tampoco era esperanzador que los bermellones hicieran temblar a la zaga en cada acercamiento.

En el fútbol, sin embargo, siempre hay lugar a la sorpresa. Y el Alavés la buscó, eso es innegable. Aun con dificultades para crear, lo que no le faltó al equipo fue actitud, logrando el merecido premio a través de Kike García. Carlos Vicente centró al área, su tocayo Martín cambió al palo contrario y allí apareció el manchego para poner el empate (1-1, min. 68). El 17, por desgracia, cayó lesionado en esa acción y tuvo que ser sustituido.

Toni Martínez ocupó su lugar en la delantera, siendo el primero de los diferentes cambios que hizo el Chacho ya con las tablas en el electrónico. Carlos Martín, por cierto, pudo romperlas por medio de una vaselina que despejó Greif. El debutante Facundo Garcés (Vicente), Diarra (Manu) y Ander Guevara (Jordán) saltaron al césped poco después, dibujando un 5-4-1. La declaración de intenciones del argentino fue evidente. 

Ya en la recta final, las ocasiones brillaron por su falta de puntería. Ni Greif, ni Sivera tuvieron que intervenir de manera decisiva y ambas escuadras acabaron firmando el empate. El punto es valioso, sobre todo en un estadio difícil como Son Moix, pero de poco servirá sumar a domicilio si luego no se cumple en Mendizorroza. No hay excusas para no ganar en casa, por mucho que el rival sea el Villarreal. Cada encuentro es una final.