Toni Moya puso fin a la agonía con un derechazo a la escuadra a falta de cuatro minutos para el final. El Deportivo Alavés, preso de los nervios, era incapaz de superar al Málaga, que había metido el miedo en el cuerpo durante la última media hora del partido. El gol de Luis Muñoz había caído como un auténtico jarro de agua fría a menos de un cuarto de hora para el pitido final. El tanto del cuadro costasoleño se veía venir.

El conjunto babazorro se descompuso de una manera increíble al poco de adelantarse en el marcador. Descontrol. Víctima de la ansiedad. Vértigo en el peor momento posible. La presión se apoderó de los pupilos de Luis García. El miedo por conservar la victoria atenazó al conjunto albiazul, que entregó el balón al rival esperando que el tiempo pasara sin hacer nada más que defenderse de mala manera y esperar que sonara la flauta en ataque.

Sivera ya evitó el gol del conjunto andaluz con un par de intervenciones de mérito. Susto tras susto hasta que llegó el mazazo. Tocaba recomponerse. Volver a empezar.

Pues bien, de nuevo llegó una reacción de raza. Al igual que la semana pasada en Albacete, el Deportivo Alavés volvió a la vida cuando estaba en los últimos estertores. Agonía. Con un mínimo hilo de vida. Pues bien, quedó claro que a este Deportivo Alavés hay que matarlo y rematarlo, ya que si no es así resucita.

Lo hizo una vez más. Acostumbrado a hacer la goma, no se da por vencido. Ahora tendrá una última bala para regresar a Primera. Un ascenso que tiene a tiro gracias a la contribución ante el Málaga de un jugador como Asier Villalibre.

Desde el 11 de febrero en Zaragoza

El 'Búfalo' volvió a rugir. El ariete de Gernika volvía a ver puerta y puso de paso fin a una ya demasiado larga sequía del 9. Así era. Y es que los delanteros centros del Deportivo Alavés no veían puerta desde el pasado 11 de febrero, cuando el Alavés se impuso por 1-4 al Zaragoza en La Romareda con tantos de Moya, Rioja, Sylla y el propio Villalibre.

Ese fue el último encuentro en el que los puntas del cuadro babazorro vieron puerta tras los goles anotados por el jugador cedido por el Athletic Club y el senegalés.

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98 días han pasado desde entonces. 13 partidos entre medias sin que los hombres encargados de perforar el área rival vieran puerta. Demasiado tiempo. Al menos, volvieron a mojar gracias a Villalibre en el momento más oportuno. Ya lo dice el refrán: Nunca es tarde si la dicha es buena.

Y es que Villalibre estuvo soberbio ante el Málaga. Marcó su cuarto gol de la temporada tras una acción de pillería. Un tanto de delantero centro que sabe estar en el sitio justo en el momento oportuno. El Búfalo marcó de cabeza tras un mal despeje de los defensas del Málaga, que tras una carambola llegó a su cabeza. Ahí que estar ahí y Villalibre estaba ahí. Nunca se rinde. 

Momento previo al cabezazo de Villalibre al borde de la línea de gol para anotar el 1-0 Iñigo Foronda

Ni estos casi 100 días sin ver puerta le han llevado a desanimarse. Ha seguido trabajando y al final llegó el premio a su esfuerzo. Su cuarto gol del presente curso, tras los dos que anotó en su debut en Mendizorroza frente al Eibar el 4 de febrero y el materializado al Zaragoza una semana después. 

Trabajo de zapa y asistencia 

Cuatro dianas que le permiten situarse en la segunda posición de la tabla de realizadores detrás de Luis Rioja, empatado con Sylla, Miguel De la Fuente y Alkain. En el podio. 

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No acaban ahí sus méritos. Y es que además de su gol, hay que destacar su brega y trabajo de zapa ante los centrales y sobre todo la asistencia que da a Moya desde el borde del área para que el centrocampista de Mérida pusiera fin a la agonía. Se acabó el sufrimiento. También se terminó la sequía del 9. Villalibre fue el artífice de ello. El 'Búfalo' ha vuelto a rugir.