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Telmo RodríguezEnólogo en Rioja Alavesa

"Necesitamos talento y visión para conseguir que la Rioja Alavesa tenga presencia en el mundo"

El enólogo Telmo Rodríguez, de la bodega Remelluri de Labastida, participa hoy en la jornada de gastronomía vasca en el Basque Culinary Center

"Necesitamos talento y visión para conseguir que la Rioja Alavesa tenga presencia en el mundo"Cedida

El enólogo Telmo Rodríguez, referente en la recuperación de viñedos históricos y una de las voces más influyentes del vino, participa hoy en la jornada de gastronomía vasca del Basque Culinary Center. El enólogo defiende la necesidad de reivindicar la ambición y el talento en Rioja Alavesay llama a trabajar más para hacer vinos "realmente increíbles”.

¿Cómo empezó su historia con el vino?

Soy de una familia de Irún, pero llegamos a Labastida en los años 60. Mis padres compraron la bodega Remelluri en 1967 y decidieron recuperar una bodega muy antigua, del siglo XIV. A pesar de no tener relación previa con el mundo del vino, mi familia quiso continuar con la tradición vitivinícola de la región a la que se habían mudado.

¿Cuál ha sido su trayectoria particular como enólogo?

Estudié en Francia, luego me formé en Bilbao y finalmente me fui a Burdeos. En los años 80 volví a Labastida. Fue un regreso no muy estimulante para alguien que había trabajado con grandes viticultores y en lugares de referencia, porque mi padre me pidió que no hiciera buen vino, ya que nadie lo estaba esperando. Aquello me supuso un reto: veía que había otras cosas que hacer y empecé a descubrir y visitar viñedos interesantes por el noreste. En 1998 regresé de nuevo a Labastida, a Remelluri, y decidí emprender un proyecto nuevo: recuperar el mejor vino de Rioja Alavesa del siglo XVIII, para elaborar un vino de pueblo y de escala humana. Mi objetivo era recuperar viñedos pequeños y antiguos. En 2010 me hice cargo de Remelluri con la idea de que podíamos hacer grandes vinos.

¿Cree que cada vez se consume menos vino?

Efectivamente creo que se va a consumir menos vino, y es normal. Pero cada vez me gusta más la gente joven que bebe vino. Me interesa mucho más la gente joven ahora que la de hace 20 años. Creo que en los bares cada vez hay mejores vinos y las catas también son mejores. Lo que creo que no tiene futuro es el vino mediocre, el más genérico.

"Se trata de sacar el máximo potencial de los buenos vinos y ser eficaces"

¿Cómo ve el futuro del sector?

Hay que repensar qué modelo de vino tiene futuro y resulta realmente interesante, y trabajar mucho en él. Necesitamos talento y visión para conseguir que Rioja tenga presencia en el mundo, algo que ha faltado en generaciones anteriores. Debemos tener claro cuáles son nuestros mejores viñedos y sacarles provecho.

¿Y cómo se puede conseguir eso?

En Álava nació el único proyecto realmente ambicioso que ha habido en el mundo del vino en España en el siglo XIX: el Medoc alavés. Fue un proyecto visionario, con razón, pero que no salió adelante, aunque hoy sería un proyecto ganador. Fallamos entonces porque quizá el consumidor no estaba preparado. Pero esa es la idea: la solución pasa por hacer vinos que gusten, recuperar buenos viñedos y tener visión. En general, se trata de sacar el máximo potencial de los buenos vinos y ser eficaces.

¿Qué espera transmitir a los asistentes de la jornada de gastronomía vasca en el Basque Culinary Center?

Vendrán algunos sommeliers y también estudiantes. A mí me gusta mucho hablar con gente joven que se está preparando para la vida, para la lucha. Así que hablaré a un grupo de personas que se están formando en el mundo de la gastronomía. Vengo con un proyecto ambicioso que intenta estimular el cerebro de quienes beben buen vino. Les voy a hablar de la ambición: hay que tener ambición, hay que hacer las cosas bien y hay que hacer soñar, que es algo que hoy nos falta. Al final, creo que debemos ser muy objetivos. Hoy todavía no estamos aceptados en el mundo del gran vino, del fine wine: no estamos aceptados ni invitados al club de los grandes vinos. Por eso hay que dejar de decir que somos increíbles y trabajar más, y realmente hacer vinos increíbles. Además, estoy en San Sebastián, donde nació la revolución de la nueva cocina vasca, que transformó el país. Surgió del talento de seis cocineros que se llevaban bien, que habían aprendido en Francia y que decidieron transformar una gastronomía. Creo que ese es el mejor ejemplo: con seis buenos profesionales se puede transformar un mundo. Así que, en vez de generalidades, creo que el mensaje es que el talento y la ambición de cada uno son lo que importa. Se trata de hacer las cosas bien, ser muy honestos y ser objetivos.