Las zonas verdes se han vuelto lugares imprescindibles en las ciudades. No solo parques o jardines, también los maceteros y los huertos urbanos. Una manera de conectar con la naturaleza y sentir más cercanos esos espacios donde poder disfrutar. Con esa idea en mente se han creado muchos huertos en colegios o centros cívicos.

Recientemente el huerto comunitario de Judimendi tuvo que cesar su actividad por las obras, al tratarse de muchos meses sin poder realizar esta iniciativa, la EPA del Carmen les cedió un espacio para colocar un huerto provisional. Este espacio se inauguró el 9 de octubre  y desde entonces es un espacio de reunión y de trabajo para todos los participantes.

Compartir y aprender

Miren Fernández de Landa, concejala de Gobierno abierto y Centros cívicos: “Se trata de mantener ese espacio de convivencia para personas jóvenes y mayores, que trabajan, comparten y aprenden mano a mano. Es un espacio intergeneracional e intercultural en el que se implica la comunidad. Además de eso, se pretende potenciar la alimentación consciente y recuperar la cocina como tiempo para compartir y elaborar menús saludables colaborativos”.

Huerto en la EPA del Carmen

Los objetivos del huerto comunitario son hacer uso del espacio y poder convertirlo en un espacio de provecho donde la comunidad se implique. También, educar sobre alimentación consciente y dar a conocer la tierra como “oportunidad de futuro”. Esta acción la lleva adelante la Red de Salud Eguzkialdea, que está integrada por los colectivos: Centro cívico de Judimendi, Slow Food Araba, Salud pública del Ayuntamiento, el Programa de Educación de Calle, BIZAN Los Herrán y BIZAN Judimendi y la Pastoral de la parroquia de San Juan.

Filosofía de cultivo

Además, la iniciativa está sujeta a una filosofía particular sobre cómo cuidar el huerto. En concreto, se refieren a Gaspar Caballero y su método de horticultura ecológica basado en el respeto a la naturaleza, el uso exclusivo de abonos orgánicos y la ausencia de productos químicos.

Asimismo, sus principios incluyen la siembra densa, la rotación de cultivos, la preparación del compost con control de temperatura, son algunos de ellos. Este método les permite mostrar a los más jóvenes la importancia de la tierra y les acerca a esta realidad. El grupo está abierto a más personas y siempre suele haber alguien en la zona para explicar su labor a los más curiosos que se acercan. 

Conocer el suelo

Eduardo Urarte forma parte del grupo y asegura que “le damos importancia al huerto pero también a lo que ocurre en el suelo”. No solo prestan atención a los alimentos que plantan y al resultado final, gran parte de la labor se da en los primeros pasos. Su filosofía de cultivo les ayuda a prestar atención a la tierra, el abono o los diferentes microorganismos que lo componen.

De esta manera, entre todos aprenden las diferentes necesidades de las plantas y crean un huerto lleno de vida. Algo muy necesario en la ciudad y que cada vez se ve más. Más intentos de la ciudadanía por acercarse a la tierra, a los orígenes de los alimentos, todo ello, con la ilusión de crear un espacio propio donde ver crecer poco a poco su esfuerzo y dedicación y que termina en un fruto para sus comidas. 

El grupo cultivando en el huerto. Cedida

“La tierra no es solamente para tener un jardín y tenerlo cuidado”, indica Urarte. Desde su opinión cada vez hay más huertos urbanos, no solo en espacios amplios, también en terrazas o balcones. Además, parte de la filosofía del grupo trata de “regresar a la tierra incluso en la ciudad”.

Intergeneracional

Eduardo Urarte valora positivamente que esta iniciativa sea intergeneracional por esta misma razón. Hay jóvenes que están aprendiendo a estar en contacto con la tierra gracias a este huerto, y cuentan con la veteranía en este caso de muchas mujeres mayores que les enseñan. Un enlace social que les impulsa a aprender más cada día. 

Por otro lado, cuentan con cuatro parcelas en las que distribuir los diferentes cultivos que selecciones. En estos momentos tienen cebolla, escarola rizada y lisa, acelgas, una lechuga de la montaña alavesa que han denominado martina, guisantes, habas y el año que viene quieren añadir tomates, pimientos y berenjenas. Los alimentos cosechados luego los utilizan para cocinar, en colaboración con Slow Food Araba aprenden y hablan sobre los beneficios de estos y se reúnen para cocinar y compartir momentos.

Actividades en el huerto. Cedida

En el centro de Judimendi contaban con un espacio de cocina, pero el nuevo huerto está más limitado, por ello, están en la búsqueda de alguna sociedad gastronómica de la zona o lugar que les permita seguir con esta segunda parte de la actividad. Aunque las obras todavía durarán varios meses más, los participantes esperan poder regresar a la normalidad y recuperar su huerto en las mejores condiciones. Para poder seguir cultivando y aprendiendo de la tierra entre todos.