Hace menos de tres décadas se encaminaba hacia la desaparición, pero la cabezonería y el arduo esfuerzo de un grupo de auténticos visionarios que confiaron ciegamente en su proyecto ha hecho que hoy toda la provincia pueda presumir de un producto de excelente calidad, que se ha llegado a colar en las cartas de vinos de los más selectos restaurantes a nivel internacional. El txakoli de Álava en estas últimas semanas ha vuelto a copar titulares por el buen hacer de dos de sus bodegas: Bat Gara, de Lezama en Amurrio, que ha visto distinguido su caldo Aromas del sur como uno de los cuatro mejores productos artesanos de Euskadi en la segunda edición de los premios Materia Prima; y Txikubin de Murga en Ayala, cuyos espumosos –en esta ocasión, su 13 estrellas de Salazar rosado- han logrado su tercer oro en el certamen estatal Pequeñas Denominaciones de Origen.
Y es que sus apardunas (champanes) blancos, de mismo nombre 13 estrellas de Salazar, ya lograron este hito en 2021, con un caldo correspondiente a la cosecha de 2015, y en 2023, con un Gran Reserva de 2020, en este mismo certamen, al que solamente se pueden presentar vinos de las 59 pequeñas regiones vinícolas de España, ya que su pretensión es poner en valor los grandes vinos que se elaboran en las denominaciones de origen más pequeñas y, de alguna forma, ayudar a potenciar las variedades autóctonas que utilizan para elaborar vinos que, en muchos casos, son grandes desconocidos tanto para los profesionales del sector como para el consumidor final.
Octava edición
En concreto, la octava edición del Concurso Nacional de Vinos de Pequeñas DO, que se celebró el pasado 21 de junio en el restaurante L’Abbraccio de Madrid, recibió cerca de un centenar de muestras, entre las que destacó a este espumoso rosado surgido de los viñedos de Arabako Txakolina de Paz Verástegui. Es decir, de las vides de las variedades de uva autóctonas hondarribi zuri y hondarribi beltza, ubicadas en los alrededores de la Torre de Murga del siglo XIII, que en el pasado ya contó con un lagar con el que obtener vino del viñedo adyacente. De aquí que el proyecto txakolinero de la familia Verástegui suponga una visita obligada para conocer la historia y los orígenes del txakoli de Álava, y por supuesto, para degustar caldos como sus premiados, elaborados “artesanalmente con el método tradicional a partir de la misma uva del txakoli, y que combinan genial, bien fríos (recomendamos beberlo a entre 8 y 10 grados), con deliciosos postres”, apuntan desde la bodega, que recuerdan que a su rosado “ya le dio 90 puntos el estadounidense Robert Parker”, uno de los críticos del vino más influyentes del mundo.
Edición limitada
Ni que decir tiene que estos espumosos son de edición limitada y algo similar le ocurre a la bodega Bat Gara de Lezama (Amurrio) que, con poco más de seis hectáreas de viñedo (situadas a 340 y 400 metros de altitud, y sobre un suelo de tipo arcilloso-calcáreo y arcilloso con piedra de arena), siempre ha apostado por los vinos de guarda. De hecho, elabora al año en torno a 30.000 botellas de seis tipos de caldo, a cada cual más especial, pues los tiene desde crianzas en inoxidable y madera, o envejecidos en roble francés, hasta un espumoso ancestral, un orange wine y un palo cortado o vino Jerez. Es decir, nada de vinos base de año.
Premios Materia Prima
Así no es de extrañar que la segunda edición de los premios Materia Prima –entregados el pasado 27 de junio en el famoso restaurante gasteiztarra Don Producto y Tú, y surgidos para reconocer a los productores que están innovando en la alimentación artesanal en Euskadi– se haya fijado en este proyecto surgido de la ilusión y el esfuerzo de dos viticultores (un ganadero y un restaurador), cuya intención es rescatar la zona vitivinícola del Valle de Ayala y elaborar unos vinos atlánticos diferentes a los que ya se conocen.
En concreto, en su txakoli blanco denominado Aromas del sur embotellado en agosto de 2019, cuyo proceso de elaboración incluye una fermentación espontánea en barricas de cerezo y un envejecimiento de diez meses sobre lías, utilizando levaduras autóctonas. El resultado es un vino de color amarillo con aromas a frutos secos, notas tostadas y fruta madura que, en boca, presenta una entrada fresca y potente, que la inunda con una explosión de notas a cereza picota, pan con nueces y un final cítrico que prolonga y hace perdurar los sabores.
Abundantes precipitaciones
“La añada 2018 fue marcada por las abundantes precipitaciones habidas hasta finales de junio y gracias al verano seco, permitió una buena maduración. Por ello, tiene un toque de sur, como bien indica su nombre, pero toda la esencia de un vino único del norte” apunta desde Bat Gara, uno de sus alma mater, Txema Gotxi, que fue quien recogió el premio Materia Prima, tomando el testigo a otra productora ayalesa, la pastora de la quesería Izoria Leire Ibarrola, cuyo queso del cesto u Otzara Gazta, fue reconocido en la primera edición de este certamen.