Todos los científicos coinciden en observar que el clima está cambiando en todos los rincones del planeta a una escala sin precedentes.

Algunos de esos cambios serán irreversibles por miles y cientos de miles de años. Solo una acción enérgica y duradera en la reducción de gases de efecto invernadero puede limitar su alcance, y en ello andamos con lo de la Agenda 2030.

Con todo, los expertos también han advertido de que, aunque esas reducciones puedan tener beneficios rápidamente para la calidad del aire, puede tomar entre 20 y 30 años hasta que las temperaturas de la Tierra se estabilicen. 

Preocupación en el campo

Es decir, aun logrando entre todos y todas frenar esta debacle, todavía quedan por delante muchos años de más olas de calor, en los que las estaciones cálidas serán más largas y las frías más cortas, y los consiguientes cambios en la humedad y la sequedad, en los vientos, la nieve o el hielo que, en consecuencia, traerán lluvias más intensas, inundaciones, sequías más pertinaces o la subida del nivel del mar, entre un largo etcétera de problemas con los que la humanidad deberá lidiar para sobrevivir.

De todo esto las personas de a pie que más pueden dar fe, por experiencia propia, son las que se dedican al campo, siempre pendientes de lo que caiga del cielo para sacar adelante la cosecha.

Y con una de ellas hemos querido hablar desde NOTICIAS DE ÁLAVA para que dé cuenta de en qué y cómo les está afectando el cambio climático. 

Viñedo de una bodega adscrita a Arabako Txakolina. Araceli Oiarzabal

Se trata del presidente de Arabako Txakolina, Luis Mariano Álava, quien asegura, en lo que al sector txakolinero alavés respecta, que “aunque parezca mentira, de momento, parece que nos está beneficiando”.

Y es que a diferencia de otras regiones vinícolas del Estado español, en los que la sequía alarmante y los calores extremos están suponiendo una auténtica pesadilla, en el Valle de Ayala y el norte en general, el aumento de las temperaturas está marcando las vendimias y la acidez de los vinos.

Y ahí el txakoli, que hasta hace no tantos años ha sido denostado por agrio, ahora tiene ganada la batalla y está dando verdaderas joyas de calidad indiscutible.

Vendimias adelantadas

“Hasta hace 20 o 30 años nos las veíamos y deseábamos para alcanzar la maduración adecuada de la uva, atrasando al máximo las vendimias, para que los txakolis no quedasen desequilibrados en acidez y grado alcohólico; pero ahora, al aumentar el calor y dado que nuestras temperaturas son más benignas que las que padecen en el sur, nos pasa lo contrario y tenemos que andar vigilantes para poner fecha al inicio de la vendimia para no irnos de grado y perder nuestra característica de vino joven y fresco”, apunta Álava.

De hecho, la fecha tradicional para la recogida de la uva en los campos ayaleses siempre ha sido la del puente del Pilar; es decir, en torno al 12 o 15 de octubre.

Sin embargo, “llevamos ya unos años que la hemos tenido que adelantar a mediados de septiembre, un mes antes de lo habitual, y ello nos está suponiendo una ventaja a la hora de lograr la maduración óptima de la hondarribi zuri”, señala Álava, en referencia a la especie de uva principal en la elaboración de cualquier txakoli blanco clásico.

"Una oportunidad"

Además, añade “esta siendo una oportunidad, sin duda, porque nos abre el abanico productivo”.

Y es que ya son pocas las bodegas, por no decir ninguna, que se dedican en exclusiva a elaborar aquellos caldos básicos de año, y han diversificado sus catálogos hasta posibilidades antes impensables que van de fermentaciones en barrica y huevos de hormigón o vinos de guarda, más cercanos al concepto de crianza o reserva, pasando por ojos de gallo (rosados), tintos, vendimias tardías (dulces) o espumosos y ancestrales, hasta un largo etcétera de bebidas espirituosas tales como cerveza, vermut, orujo o ginebras, que llevan de componente base el txakoli.

Txakolin eguna 2023, en Amurrio. Araceli Oiarzabal

Con todo, la situación no es, ni mucho menos, para lanzar cohetes, ya que el cambio climático también está trayendo nuevos fenómenos atmosféricos con los que lidiar que, en el último año, se ha traducido en un acusado descenso de la producción.

“En esta zona siempre hemos podido presumir de abundancia de agua, pero ya se empieza a observar cierta escasez de lluvias y a andar expectantes para ver si tenemos que regar. Y aunque las enfermedades, de momento, son las mismas y tenemos más recursos para prevenir, en forma de tratamientos fungicidas y similar, la verdad es que los ciclos vegetativos están siendo muy complicados. Aún no acusamos los problemas que están teniendo zonas más cálidas, pero tiempo al tiempo”, subraya, dejando claro que el estado de alerta es elevado.

No en vano, la Denominación de Origen Arabako Txakolina esperaba poder mantener un suelo de 500.000 kilogramos de uva, pero la vendimia de septiembre de 2023 se saldó con una cifra de 394.400 kilos, que les ha hecho retroceder a los niveles productivos de 2017 y muy alejados de la vendimia récord de 2022, cuando entraron a bodega un total de 750.000 kilos.

Un año “muy malo”

“Venimos de un año muy malo en el que se sufrieron innumerables tormentas, con un verano muy húmedo y temperaturas altísimas. Es decir, el caldo de cultivo idóneo para enfermedades como el mildiu o la botritis”, aclara, quien tampoco deja de lado las heladas de primavera endémicas de esta zona y de la que “tampoco nos esta librando el cambio climático”, apunta.

"Hasta septiembre queda mucho y, aunque el viñedo este año va muy bien con el ciclo vegetativo bastante adelantado, y todo apunta a que podremos aumentar de nuevo la producción, prefiero esperar a ver si salimos indemnes del riesgo de heladas”

Luis Mariano Álava - Presidente de la DOP Txakoli de Álava

Y es que, este mismo viernes, algunas parcelas de las escasas 100 hectáreas de viñedo con las que cuenta esta denominación de origen “ya han registrado cero grados; es decir, rozando el larguero. Cada vez que se queda el cielo raso, nos echamos a temblar. Es lo que hay y, encima esta es una zona muy expuesta, y con estos mimbres tenemos que lidiar”, afirma Álava, que no esconde que txakolinerías como la de Artomaña –una de las de mayor tamaño de Arabako Txakolina y perteneciente a su familia– disponen de sistemas de riego para combatir las heladas que se suministran de depósitos propios, “pero para ello hay que tener recursos hídricos, y cada vez escasean más”, incide. 

De aquí, que no quiera aventurarse a hacer un pronóstico para la vendimia de 2024. “Hasta septiembre queda mucho y, aunque el viñedo este año va muy bien con el ciclo vegetativo bastante adelantado, y todo apunta a que podremos aumentar de nuevo la producción, prefiero esperar a ver si salimos indemnes del riesgo de heladas”, apostilla.

Lo que sí tienen claro desde Arabako Txakolina es que llueva, truene o haga sol, el próximo 26 de mayo volverán a darse cita en el parque Juan Urrutia de Amurrio, para descorchar la nueva añada en la ya tradicional fiesta del txakoli alavés, que cumple nada menos que 25 ediciones.

Aunque el programa de este Txakolin Eguna aún no ha sido presentado de forma oficial, cualquier habitual de esta cita ya sabe que supone una ocasión única para degustar los nuevos caldos de todas las txakolinerías alavesas, cada una de ellas con su stand, acompañadas de un sinfín de puestos de degustación gastronómica, en forma de pintxos y raciones, y en un ambiente de lujo, dado lo estratégico del enclave.

A realzar la jornada –en la pasada edición el público canjeó tickets por en torno a 32.000 copas y vasos, en los que se consumieron cerca de 9.000 botellas de txakoli alavés– también ayuda la instalación de un mercado paralelo de productos artesanos, así como animaciones musicales y una romería en la franja vespertina y hasta fin de fiesta.

Lo que todavía no ha trascendido es quién tomará el relevo al chef José Antonio Merino Cañamero –impulsor y alma del Grupo PerretxiCo, uno de los mejores proyectos de tabernas de estilo vasco por todo el Estado español– en lo de apadrinar la nueva añada; aunque el presidente de Arabako Txakolina, Luis Mariano Álava, ya dejó caer en la pasada edición que “igual hay que ir pensando en reunir a todos los embajadores de estos cinco lustros”.

En breve se sabrá, ya que antes de la fiesta, “a principios de mayo, esta previsto hacer la presentación oficial de la fiesta, de la añada y su calificación”, según avanza Álava a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, en referencia a la nota que cada año se otorga, al conjunto de los caldos de la Denominación de Origen. Un trámite que se basa en las catas que llevan a cabo los paladares expertos tanto del laboratorio de análisis sensorial de la Facultad de Farmacia de la UPV como de la Casa del Vino de Laguardia, de titularidad foral y organismos, ambos, totalmente independientes del Consejo Regulador de Arabako Txakolina.

Excedentes y mercados La de la pasada añada –resultante de la vendimia de 2022– no pudo ser mejor, ya que los caldos ayaleses lograron repetir, por segunda vez en su historia, la nota de “excelente”; y la nueva, pese al ya anunciado descenso productivo del 52,58%, se espera ande a la par, ya que –según explicó el secretario– gerente de Arabako Txakolina, José Antonio Merino Belaustegi- “la calidad de lo recogido, aunque haya sido en menor cantidad de lo esperado, ha sido muy buena”.

Mientras se esperan los resultados, el sector txakolinero sigue a lo suyo: ojo avizor en el campo, para socorrer a las vides a la mínima alerta, en un año que parece viene sano, y, a su vez, confiando en poder atender la demanda del mercado, dado lo escaso de la añada 2023, gracias a los excedentes de 2022. “Afortunadamente venimos de una vendimia que fue récord absoluto y queda todavía txakoli de gran calidad para aguantar a la salida del nuevo e incluso más allá de ese horizonte temporal, ya que hoy en día el aguante de los txakolis ha evolucionado a vinos que admiten su guarda durante varios años sin ninguna pega, siempre que se mantengan en buenas condiciones de temperatura”, explican desde Arabako Txakolina.

Y es que, en los últimos años, el txakoli vasco esta experimentando un crecimiento de ventas de en torno a un 4% anual, gracias en buena medida al prestigio que están alcanzando estos vinos “alegres, chispeantes, juveniles, y de carácter fuerte y diferenciador” en los mercados internacionales, como bien refleja el hecho de que cerca del 40% de la producción se destine a exportación. 

En lo local, aunque el consumo de txakoli también esta creciendo, el principal quebradero de cabeza de los productores está en el cómo hacer para seguir presentes en las barras de los bares, sin vender por debajo del precio de coste, para poder competir con otros blancos que si se pueden permitir bajarlo. “Habrá que indagar a ver qué demandan las nuevas generaciones, así como explorar nuevas tendencias de mercado, pero de momento tendremos que seguir en todos los frentes: exportación, grandes superficies, hostelería local y experiencias en bodega, a ver por donde rompe esto”, concluyen.