“A veces no sabemos muy bien si es una suerte o una desgracia”, bromea Luis Vidal Ruiz de Lezana, presidente de la junta administrativa de Artaza-Escota y buen conocedor de esta tradición netamente alavesa de las suertes foguerales, una práctica que obliga a sus beneficiarios a subir al monte con la motosierra una vez al año para pegarse una paliza cortando leña.
Combustible para el invierno
Eso sí, las suertes nutren de combustible para el invierno a los hogares alaveses desde hace siglos y añaden un día señalado al calendario de cada pueblo. “Es una tradición, viene el guarda, se marcan las suertes y se le invita a comer. Ahora comemos el menú del día en el bar del pueblo, pero en tiempos de mi aita se iban a comer, pero a comer comer”, enfatiza Luis.
“Es una tradición, viene el guarda, se marcan las suertes y se le invita a comer"
Como las veredas
Además, al igual que las veredas, las suertes foguerales son una buena excusa para juntar a los vecinos y hacer una puesta al día en todo tipo de materias. “Coincides con la gente, se comentan cosas; al final te juntas, y cuando te juntas suelen salir cosas interesantes”, apunta el presidente del concejo, quien señala que también sirven para conocer a nuevos vecinos.
En cuanto al proceso, la suerte fogueral arranca con la petición de los ayuntamientos a la Diputación, en nombre de sus concejos, del reparto de la misma entre las familias que deseen apuntarse y que residan de forma habitual en la localidad.
"Tres carros" por hogar
Luego llega la mencionada visita del guarda y la marca de lo que le toca a cada casa abierta que se apunta al reparto, antiguamente “tres carros” por hogar. Lo habitual es que haya masa forestal de sobra para elegir, y lo que hacen los vecinos es aprovechar para limpiar los bordes de los caminos o marcar en los alrededores del pueblo, por comodidad y también con el fin de crear una barrera que proteja las casas de posibles incendios forestales, una realidad cada vez más amenazante y que Luis achaca a la escasa limpieza de los montes. “La suerte es un beneficio para el monte, porque están cada vez más sucios, y esto en el futuro va a ser un problema”, advierte en ese sentido.
En invierno
Una vez marcadas las suertes, el beneficiario ya sabe lo que le toca y dónde recogerlo. Eso sí, “no puedes tirar la suerte cuando quieras, tiene que ser en invierno, cuando el vegetal está muerto”. Tampoco se puede dejar la leña tirada en el monte para siempre, hay que bajarla al pueblo antes de cortar la siguiente suerte si se quiere seguir disfrutando en lo sucesivo del derecho a nutrirse del bosque común.