Disparatados precios, miedo e incertidumbre son el engranaje perfecto para temer la llegada del frío a tenor del alto precio que a las familias les va a costar calentar sus hogares con el gas, la luz y el gasoil por la nubes. Ante esta situación, los alaveses han adelantado la adquisición de leña y pellets a septiembre, incluso a agosto, cuando antes no compraban hasta noviembre. La preocupación ante una posible escasez de energía les ha llevado a hacer acopio de madera para pasar todo el invierno ante un posible desabastecimiento de otras fuentes de energía. El problema es que leña no falta de momento, pero el reparto de las estufas de pellets ya se hace con retraso debido al aumento de pedidos. La chimenea de leña que antes era a menudo un elemento de capricho en las casas, ahora es de necesidad.

entre leña anda el fuego

Aitor Eguíluz vende leña cerca de Apodaka, en una nave antes de la salida de Gopegi y ha notado la diferencia. “Algún cliente nuevo llama, pero lo que notamos este año es que los compradores habituales están haciendo acopio de leña antes; si otros años compraban en octubre o noviembre y en menos cantidad porque cuando se les acababa, volvían, ahora se llevan todo lo que les entra casa, y hemos empezado a vender en agosto y septiembre pedidos de cuatro, cinco y hasta seis mil kilos cuando otros años eran de mil”, marca la diferencia.

g

¿Significa que hay miedo ante un posible desabastecimiento de energía de cara al invierno? “Pues, lo que no tienen que tener es miedo; en principio, hay leña suficiente para todos; a no ser, claro, que de repente todo el mundo pida y pida, se dispare la demanda y empiece a colapsarse el teléfono porque que hay días que suena cien veces; no damos abasto”, cuenta Eguiluz. “No tiene por qué haber problema siempre que los demás proveedores también tengan mercancía suficiente, pero creo que este año se han lanzado a comprar antes y más cantidad por miedo, porque piensan que se va a agotar la leña; con todo lo que se escucha en la tele... y esas noticias siempre alarman”, entiende.

Los alaveses adelantan la compra de leña y pellet ante la carestía del gas y el gasóleo

Lo que más vende es leña de encina, “la que más aguanta”, pero también haya. “La de haya es buena para encender y la de encina para mantener”, explica. Y hay quién se decantan por el roble. “Eso ya depende de cada cliente o de la zona, según el tipo de leña al que están acostumbrados”, opina tras años repartiendo a chalés de la capital y a viviendas y caseríos de todos los pueblos de alrededor de Vitoria, desde Mugia y la Llanada hasta La Puebla de Arganzón para abastecer tanto chimeneas como calefacciones.

Los alaveses adelantan la compra de leña y pellet ante la carestía del gas y el gasóleo

Rotundo afirma que la leña es el combustible más barato. “Sí hombre, la leña no va por un proceso mecanizado como el pellet, que necesita consumir energía eléctrica, la leña la coges en el monte, la procesas con una máquina que no tiene tanto coste de luz y la secas”, explica. A día de hoy, comercializa el kilo de encina a 0,24 euros, a 0,20 euros el kilo de leña de haya y a 0,22 euros el de roble. Calcula que para pasar un invierno de los de Vitoria se necesitan de dos mil a cuatro o seis mil kilos de leña, dependiendo del tamaño de la vivienda, de si en ella hay alguna persona de continuo o, si al contrario, vive alguien que todos los días llega tarde de trabajar. “Pero sí, hoy en día, tal y como está el precio de otras energías es el sistema más barato, que sea más incómodo..., pero es más barato”, reitera. “Lo que ha habido toda la vida, las generaciones anteriores nos lo han ido transmitiendo y nosotros lo seguiremos manteniendo porque tiene futuro; lo que ocurre es que a la gente le resulta más incómodo tener que ir a comprar la leña, pero las comodidades, al final, se pagan; de hecho, basta con ver que el gas y el gasoil se están poniendo por las nubes, y es lo que hay”, opina.

Los alaveses adelantan la compra de leña y pellet ante la carestía del gas y el gasóleo

De sus palabras se desprende que el negocio le gusta. Reconoce Eguiluz que la venta de leña es un trabajo físico “un poco duro; en verano hay que preparar la leña y en invierno repartirla; además, tiene que tener un adecuado secado, metemos muchas horas”. Pese a ello, “también es un trabajo bonito y aquí realizamos todo el proceso, desde la compra en árbol hasta el secado que, en el caso de la leña de encina, dura casi un año; la encina con seis meses es suficiente, aunque este año con cuatro hubiera valido porque no ha llovido nada, ha hecho mucho calor y está más seca”, indica.

Alemania lo compra todo

En Jundiz, Roberto Pedrosa corrobora lo dicho por Aitor Eguiluz. “En lo que a mí me compete, la leña y el pellet, por supuesto que ha aumentado la demanda, ha crecido tanto el interés como la compra porque en el momento en el que la gente escucha que va a haber problemas con la energía, lo que hace es aprovisionarse; nosotros teníamos aquí coches aparcados en agosto, como si fuese invierno, por el miedo; antes, los clientes decían cuando haga frío ya compraré; ahora, en cambio, sin frío, ya se están preocupando desde el 1 de septiembre, incluso en verano han llamado algunos”, narra. “Si antes no hacían el esfuerzo de guardar los sacos de pellet en casa por falta de sitio, ahora le buscan un hueco donde sea”, sintetiza.

¿Por qué este cambio de rutinas? Según la información que maneja el sector, Alemania, al igual que otros países del norte de Europa, están viniendo a los países del sur para comprar provisiones dada su elevada dependencia del gas de Rusia, que lleva tiempo amenazado con cerrar el grifo a los países de la UE. “Hablamos de muchos miles de kilos, poniendo mucho dinero encima de la mesa y lo que un productor de pellet quiere es vender, le da igual que sea a Pepe que a Juan, y si de paso puede aprovechar la ocasión para ponerlo más caro, mejor”, señala Pedrosa.

Consecuencia directa de este mayor interés por combustibles alternativos es que empiezan los retrasos en la entrega de estufas de pellet, por ejemplo. “De eso hay que ocuparse en abril o mayo, no ahora en septiembre porque las estufas son fáciles de colocar, pero debe haber problemas de suministro y a la hora de comprar ya no es como antes que te la llevabas en el momento, ya que en Alemania están haciendo acopio de estufas de pellet”, traslada.

Y, aunque el problema no es grave todavía, “no sabemos qué va a ocurrir si la demanda supera a la oferta, ni el propio fabricante de pellet sabe cuántas estufas o calderas se van a colocar, hay algo que se desconoce...”. Sea lo que sea, “lo que sí notamos es un mayor interés ciudadano por todo lo que son energías renovables, desde la biomasa hasta la aerotermia, etc.”, constata Pedrosa.

Un ejemplo es la central de calor del barrio de Coronación a la que Pedrosa suministra de combustible, al igual que a centros cívicos de Vitoria y comunidades de vecinos, más otras que están en cartera y a la zona rural donde todavía se mantienen humeantes chimeneas que queman madera. “Gasteiz está apostando a tope por la biomasa, ahí está la caldera de Coronación a la que servimos nosotros, al igual que a centros cívicos”, apunta.

A pesar de los pasos dados, opina que no es fácil el tránsito de las energías fósiles a las limpias. Las comunidades de vecinos lo tienen “complicado” en este impasse, considera. “Si la instalación funciona con gas, mal porque está por las nubes; si es de gasóleo, también está caro, con lo cual no les queda más remedio que dirigirse hacia una biomasa u otras renovables y es un proceso costoso”.

Debido a la crisis energética “necesitamos captar energía casi de cualquier lugar; por eso en su día se planteó como ideal que cada comunidad de vecinos produzca su propia energía; en Andalucía tienen aceitunas y huesos, pues hacen que las calderas quemen huesos de olivas para producir energía; en Euskadi, ¿qué tenemos?, mucha serrería y serrín; al final, son pequeños apaños que vamos poniendo; además de la biomasa también empieza a sonar mucho la aerotermia –aprovecha el aire ambiental como fuente de energía–, pero dicen que se queda corta como fuente de energía; tenemos tal compendio de energías que hasta que definitivamente encontremos la buena...”, reflexiona Pedrosa. “Para mí la mejor energía es la solar, pero mientras haya petróleo que quemar, no va a cambiar nada, eso está claro”, opina.

Así que sigue adelante con el negocio de venta de leña, pellets y de forma residual carbón, pese a que mantiene el nombre comercial tomado de este mineral combustible. “No tenemos prácticamente nada y la previsión es no vender más carbón del que queda en el almacén, ya no se lleva”, justifica.

La leña, lo más barato

A la hora de elegir género, el pellet es más limpio, cómodo y algo más caro. “En principio, la leña es lo más barato, aunque también ha subido de precio debido al incremento del coste de la madera; hay que ser conscientes de que toda mercancía que se transporta en camiones se ha encarecido sí o sí; es una cadena y, al final, si tienen que subir diez, aprovechan la coyuntura y suben quince”, sospecha. Además, el pellet necesita luz en su proceso de fabricación y serrín, más caro ahora, así que, de enero a hoy, el precio se ha incrementado un 45%, casi el doble.

Vende mitad y mitad de leña de haya, a 160 euros la tonelada y de encina, a 190 euros: “la primera es más volátil y la segunda dura más”, aclara Pedrosa. El pellet, a siete euros el saco de 15 kilos, IVA incluido, cuando en julio costaba 5,50 euros y para diciembre “sospechamos que nos van a meter palo otra vez”, advierte. “Cierto que este producto ha tenido un precio muy engañoso desde el principio, ha habido una diferencia brutal entre el precio de la biomasa y del gasoil, parecía que esto salía gratis”, señala. Pese al incremento de precio del último mes, el pellet sigue siendo un 25-30% más barato, aunque ha llegado a ser hasta un 60%.

En Álava, calcula que para pasar un invierno, un consumidor puede llegar a gastar entre tres y cinco toneladas de pellet, en función de las características de cada casa, lo que entre calefacción y agua caliente se traduce en un gasto de 1.300 a 1.500 euros, mientras que con una instalación de gasóleo, el coste se duplica a 3.000 euros. “Y perfectamente se puede colocar una caldera de pellet, que se descarga también con un camión cisterna igual que el gasoil.