Los vecinos de Andoin reparan el parque infantil. En Antezana de la Ribera acondicionan el cementerio. En Atiega ponen papeleras. En Baranbio señalizan la ruta del agua. En Barriobusto colocan barandillas de seguridad en varias calles. En Audikana adecentan la zona deportiva. Y en Espejo instalan la marquesina del autobús. Son tareas que los habitantes de pequeñas localidades realizan cada año de forma conjunta y desinteresada en beneficio del pueblo.

Ahora, las entidades locales de Álava tienen de plazo hasta el 17 de julio para solicitar a la Diputación ayudas para la realización de veredas, un trabajo vecinal tan antiguo como arraigado en los pueblos alaveses, pese al paso del tiempo. Las solicitudes son menos que para ejecutar obras menores, 87 en la última convocatoria, mismo número que en la anterior. Aun así, las veredas funcionan. Y “muy bien”, asegura Jesús María Guinea, director del departamento de Equilibrio Territorial de la Diputación.

“Hay pueblos que son una maravilla, tienen muy bien organizada la participación vecinal”, valor. Y cita localidades que repiten veredas año tras año, caso de Respaldiza, Páganos, Antoñana, Ormijana, Bóveda, Fresneda...

Cierto que la costumbre se va perdiendo un poco, al igual que la vida rural. “Hay que tener en cuenta que los pueblos también han cambiado. Hace 50 años, la mayoría eran agrícolas, los vecinos hacían toda la vida en el pueblo y, si no era uno de la familia, era otro el que iba a la vereda; en cambio, actualmente, se ha reducido mucho el sector primario, la gente desempeña otros trabajos y dedica menos tiempo a las veredas, aunque depende mucho de las juntas administrativas, algunas los saben llevar muy bien y animarles a participar, a fomentar las relaciones vecinales”, apunta Guinea.

La Diputación dedica una partida base de 798.000 euros para financiar las veredas, dinero que, al igual que en el caso de las obras menores, se puede ampliar si aumenta el Presupuesto foral. Así, la entidad foral acaba de subvencionar 73 veredas de las 87 solicitadas; cuatro han decaído, en Villabuena, Elvillar, Baños y Samaniego. Y otras se han podido atender gracias a una pequeña cantidad de dinero sobrante del programa de obras menores.

Subsanar necesidades

Los vecinos no cobran, pero la Diputación financia el material y el alquiler de la maquinaria necesaria para ejecutar estas pequeñas intervenciones. “Si tienen que comprar hormigón, una marquesina o alquilar una máquina para limpiar la zona sobre la que se va a colocar, se le financia al cien por cien ese gasto, y los vecinos realizan la obra”, explica el director del departamento foral de Equilibrio Territorial.

Para la Diputación, se trata de un plan clave para fomentar las buenas relaciones entre los vecinos de las entidades locales. Además, subsana muchas de las necesidades de los pueblos que tal vez por otras vías no podrían acometerse. – R. Rz. de G.