La Torre de Hércules es un centinela pétreo que ha resistido el paso de los siglos y que continúa cumpliendo su función original: guiar a los navegantes que se acercan a las costas gallegas.

La leyenda que da nombre a este monumento hunde sus raíces en la mitología romana. Según el relato mítico, Hércules (Heracles en la mitología griega) emprendió un viaje hasta el fin del mundo conocido como parte de sus doce trabajos. Allí se enfrentó al gigante Gerión, un poderoso ser de tres cuerpos que aterrorizaba estas tierras. Tras una épica batalla que se prolongó durante tres días, el hijo de Júpiter logró derrotar al gigante, decapitarlo y enterrarlo en ese mismo lugar. Para conmemorar su victoria y marcar el emplazamiento ordenó la construcción de un faro.

La Torre de Hércules se yergue sobre la península coruñesa como un testimonio vivo de la ingeniería romana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2009. Sus 55 metros de altura la convierten en un símbolo inconfundible del skyline de A Coruña, ciudad que ha incorporado su silueta a su escudo municipal.

Detalle de la Torre de Hércules. R.O.

La historia de este enorme faro se remonta al siglo II d.C., cuando el arquitecto Cayo Sevio Lupo culminó su construcción bajo el mandato del emperador Trajano. El proyecto respondía a la necesidad de establecer una ruta marítima segura en una costa tan peligrosa como frecuentada, donde los naufragios eran habituales debido a los numerosos acantilados y la bravura del océano Atlántico.

La estructura original romana, aunque modificada por sucesivas restauraciones, permanece prácticamente intacta en el interior de su actual revestimiento neoclásico, añadido en el siglo XVIII por el ingeniero Giannini. Esta renovación, que respetó escrupulosamente la estructura romana, dotó a la Torre de su característica imagen actual, con sus tres cuerpos y la linterna superior.

El camino que sube hasta la explanada donde se ubica la Torre de Hércules. R.O.

Arquitectura romana

El interior del faro sorprende al visitante con su peculiar distribución, que revela la genialidad de la arquitectura romana. Una escalera de 242 peldaños conduce hasta la cúspide, atravesando diferentes niveles que albergan salas abovedadas. Los muros, de casi cinco metros de espesor, conservan vestigios de la rampa helicoidal original que permitía subir materiales para mantener encendido el antiguo fuego de la Torre.

Vista aérea de la Rosa de los Vientos. R.O.

La estructura interior se divide en tres niveles principales, cada uno con características arquitectónicas únicas. El primer nivel alberga un vestíbulo monumental con bóvedas de cañón que sostienen el peso de los pisos superiores. Las dovelas de piedra, perfectamente talladas y dispuestas, son un testimonio de la precisión de la ingeniería romana.

En el segundo nivel, se pueden observar las antiguas ventanas romanas, ahora cegadas, que originalmente permitían la ventilación del fuego del faro. Las salas de este nivel presentan un sistema de bóvedas de arista, una solución arquitectónica que distribuye el peso de manera uniforme hacia los cuatro puntos de apoyo en las esquinas.

El tercer nivel, coronado por la linterna moderna, conserva elementos de la estructura romana original, incluyendo nichos y hornacinas que posiblemente albergaban estatuas o elementos rituales. La disposición de las salas sigue un patrón geométrico preciso, típico de la arquitectura romana imperial.

La estructura exterior actual, resultado de la reforma neoclásica del siglo XVIII, oculta pero preserva el núcleo romano original. Giannini añadió un revestimiento octogonal que protege la estructura antigua y le confiere su característica silueta. Esta intervención creó una doble piel que ha contribuido significativamente a la preservación del monumento.

Los cimientos de la Torre, asentados directamente sobre el granito de la península, demuestran el conocimiento romano de la geología local. La base cuadrada, de unos doce metros de lado, se ensancha ligeramente hacia abajo, creando una estructura increíblemente estable que ha resistido dos milenios de embates del Atlántico.

Guía práctica

  • Centro de Interpretación: calle Dr. Vázquez Iglesias 1, A Coruña.
  • Precios: General, 3 euros; gratuita todos los lunes del año y los terceros sábados de cada mes entre octubre y junio.
  • Horarios: Cambia según la época del año. Ahora, del 1 de octubre al 31 de mayo, de lunes a domingo 09:45 a 17:00.
  • Acceso: Las visitas están limitadas a 32 personas cada media hora, a partir de las 10:00. El monumento permanecerá cerrado con vientos de fuerza 7 o superiores. Asimismo, la terraza no se abrirá cuando los vientos superen la fuerza 5.

Campo de los Menhires, una visita recomendable en los alrededores. R.O.

El fuego del faro

Un elemento arquitectónico particularmente notable es el sistema de ventilación original, que permitía el tiro necesario para mantener encendido el fuego del faro. Los ingenieros romanos diseñaron un complejo sistema de conductos de aire que atravesaba los gruesos muros, algunos de los cuales aún son visibles hoy en día.

La escalera actual, que sustituye a la rampa romana original, sigue el mismo patrón helicoidal. Esta rampa primitiva, de la que se conservan evidencias arqueológicas, tenía una pendiente suave que permitía subir el combustible necesario para mantener el fuego del faro mediante animales de carga.

Gracias a la restauración llevada a cabo en 2008, la Torre conserva hoy en perfecto estado sus elementos arquitectónicos más emblemáticos. Las bóvedas romanas originales y las antiguas inscripciones latinas, testigos pétreos de su construcción, se mantienen como joyas arqueológicas que nos conectan con su pasado bimilenario. Pero lo verdaderamente extraordinario de este monumento es que, tras veinte siglos, sigue cumpliendo fielmente su función primigenia. Su característico patrón luminoso –tres destellos cada veinte segundos– se proyecta hasta veintitrés millas náuticas mar adentro, actuando como guía para los navegantes que surcan estas aguas. Los marinos reconocen al instante esta señal distintiva que les indica que están aproximándose a las costas coruñesas.

El faro de Hércules es sin duda un testimonio excepcional de la capacidad humana para crear obras que trascienden el tiempo. Hoy, después de que los ingenieros romanos completaran su construcción, la Torre continúa alzándose majestuoso contra el cielo atlántico, cumpliendo su noble misión de guiar a los navegantes y maravillando a todos aquellos que contemplan su silueta.

Escultura de Breogán. R.O.

En los alrededores

Para conocer en profundidad la historia de este emblemático monumento, es imprescindible visitar el museo ubicado en la base del faro. En sus salas, los visitantes pueden descubrir la evolución histórica de la Torre a través de una cuidada selección de maquetas, documentos y piezas arqueológicas. Una exposición permanente ilustra las diferentes técnicas de iluminación empleadas a lo largo de los siglos, desde los primitivos sistemas romanos hasta la moderna tecnología LED que guía hoy a los navegantes.

El entorno del faro es tan fascinante como la propia Torre. El parque escultórico que lo rodea constituye un museo al aire libre único en el Estado, conocido como el Campo de los Menhires. Este espacio alberga diversas obras que celebran la identidad cultural de los pueblos celtas y atlánticos, destacando entre ellas la majestuosa Rosa de los Vientos, una composición monumental que rinde homenaje a las diferentes civilizaciones que llegaron por mar a las costas gallegas.

Igualmente notable es la Puerta del Sol, otra de las esculturas emblemáticas del parque que honra el legado de los antiguos pueblos celtas y sus rituales solares. Sus formas geométricas, dispuestas con precisión astronómica, crean un espectacular juego de luces durante los solsticios. Presidiendo una de las rotondas del parque se alza la imponente escultura de Breogán, tallada en granito. Esta obra representa al legendario caudillo celta, hijo de Brath, a quien la tradición atribuye la fundación de Brigantia –antiguo nombre de A Coruña– y la construcción de un faro frente a ella. La figura de Breogán establece así un vínculo simbólico entre el monumento y los orígenes mitológicos del pueblo irlandés.

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El marco natural que envuelve a la Torre complementa perfectamente este conjunto histórico y artístico. Los imponentes acantilados graníticos, constantemente azotados por el oleaje atlántico, ofrecen un espectáculo sobrecogedor. Las formaciones rocosas, modeladas por siglos de embates marinos, han dado forma a caprichosas figuras que alimentan numerosas leyendas locales.

Los atardeceres desde el faro son particularmente memorables: el sol, al ocultarse en el océano, baña el horizonte con tonos dorados y rojizos, creando una atmósfera mágica que evoca aquellos tiempos en que los romanos creían que aquí terminaba el mundo conocido. Además, el entorno de la Torre constituye un observatorio privilegiado de la biodiversidad local, donde es posible avistar diferentes especies de aves marinas y, durante la temporada de migración, contemplar el paso de los cetáceos frente a sus costas.