a Unión Europea (UE) inicia un curso político atípico marcado por la pandemia de coronavirus en el que sus primeros desafíos serán poner en marcha el plan de recuperación económica poscovid, cerrar con un acuerdo la negociación del brexit y emprender una esperada reforma de su política migratoria.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reunió el pasado miércoles a sus comisarios para el tradicional seminario tras el receso veraniego que da el pistoletazo de salida al nuevo año político, en el que también intervino por videoconferencia la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. El objetivo de la reunión fue debatir las iniciativas que guiarán el trabajo de la Comisión en los próximos meses y contribuir al discurso anual sobre el Estado de la UE que von der Leyen pronunciará el 16 de septiembre ante la Eurocámara, el primero desde que tomó las riendas del Ejecutivo en diciembre de 2019.
El foco de este nuevo curso se pondrá en "proteger a los ciudadanos y las economías en tiempos de covid, la transición ecológica y digital y fortalecer a Europa en el mundo", según explicó una portavoz comunitaria. Von der Leyen recupera así grandes prioridades de su mandato -medio ambiente, digitalización y geopolítica- que la pandemia relegó a un segundo plano para dar repuesta económica y sanitaria e incorpora esta nueva tarea a su lista de prioridades.
Su reto más inmediato es llevar a la práctica el histórico plan de recuperación económica acordado en julio para que empiecen a movilizarse los 750.000 millones de euros del nuevo fondo de recuperación y algo más de un billón de euros del presupuesto plurianual. Para ello, los Estados miembros negocian ya las diferentes legislaciones que configuran el plan con la Eurocámara, que tiene que dar su visto bueno a la mayoría de ellas y querría enmendar algunas partes, por ejemplo para revertir ciertos recortes presupuestarios, tener control sobre el uso del fondo o introducir nueva fuentes de ingresos europeas.
El objetivo de Alemania, que este semestre ocupa la presidencia del Consejo de la UE, es que para finales de septiembre haya un acuerdo político sobre los elementos centrales para que los parlamentos nacionales que tienen que ratificar el plan en varios países puedan hacerlo y cerrar para diciembre el resto de detalles.
En paralelo, los países trabajan ya sobre sus respectivos planes para recibir ayudas del fondo, que tendrán que ser aprobados por la Comisión y una mayoría cualificada de Estados, lo que obligará a todas las partes a asegurarse de que los gobiernos usan el dinero para las inversiones y reformas recomendadas por Bruselas, empezando por las favorables al clima y la digitalización.
Además, Comisión y Estados empezarán a evaluar cuándo pueden volver a aplicarse las normas de control del déficit y la deuda europeas, que se suspendieron excepcionalmente para permitir una respuesta fiscal contundente ante una pandemia que ha provocado un desplome sin precedentes (11,9%) del PIB comunitario en el segundo trimestre.
Por otra parte, la UE y el Reino Unido deben cerrar en los próximos meses un acuerdo sobre su relación tras el brexit que pueda entrar en vigor cuando se consume la salida del país, al término del periodo transitorio que finaliza el 31 de diciembre. Después de que Londres descartase prolongar esta transición, durante la cual se sigue aplicando la legislación comunitaria en territorio británico, ambas partes intensificaron sus negociaciones durante el verano sin lograr desatascarlas.
Los avances brillan por su ausencia, en particular en lo relativo a las condiciones para garantizar una competencia justa entre la UE y Reino Unido y al acuerdo pesquero, según explicó el negociador comunitario, Michel Barnier, tras la última ronda de negociaciones celebrada entre el 18 y 21 de agosto. "Una vez más los negociadores británicos no han mostrado una voluntad real de avanzar en asuntos importantes para la UE. En ocasiones parecía que íbamos hacia atrás en lugar de avanzar. En este momento, un acuerdo entre el Reino Unido y la UE parece improbable", dijo Barnier. Bruselas cree que el acuerdo debería estar listo en octubre para que ambas partes tengan tiempo de ratificarlo y pueda entrar en vigor el 1 de enero.
La Comisión Europea tiene previsto presentar en septiembre su esperado Plan de Asilo e Inmigración, una propuesta prioritaria para el Ejecutivo comunitario que pretende desbloquear una de las negociaciones más complejas de la UE de los últimos años. Inicialmente el plan iba a ser desvelado después de la Semana Santa pero la pandemia obligó a aplazarlo. Bruselas decidió posponerlo de nuevo en junio hasta que los Estados hubieran alcanzado un acuerdo sobre el próximo presupuesto europeo, lo que ocurrió un mes más tarde.
Entre otros puntos, la reforma tratará de resolver el reparto de los solicitantes de asilo entre Estados miembros o determinar qué país es responsable de gestionar las solicitudes de asilo de los inmigrantes que acceden al territorio europeo. La presidencia alemana del Consejo de la UE no espera que de aquí a final de año se dé el visto bueno a todo el plan migratorio, pero sí confía en que al menos "pueda haber un acuerdo sobre una hoja de ruta política", según dijo hace unos meses el embajador alemán ante la UE, Michael Clauss.
La presión migratoria no cesó ni siquiera durante los primeros meses de la pandemia de coronavirus y las crecientes tensiones entre Turquía y Grecia por las jurisdicciones en el Mediterráneo oriental amenazan con provocar nuevas llegadas masivas si Ankara alienta a los migrantes a cruzar hacia Europa.