El expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, ha arremetido duramente contra las críticas a las últimas sentencias judiciales sobre el euskera. Citando expresamente al lehendakari, Iñigo Urkullu, al portavoz, Bingen Zupiria, o a la organización Kontseilua, Ibarra se ha despachado a gusto. Según él, en los comentarios sobre las decisiones judiciales "resulta detectable el eco de otras intensas campañas de deslegitimación social del poder judicial promovidas en el marco de socializar el sufrimiento por el MLNV".

Ibarra ha hecho estas declaraciones durante unas jornadas organizadas por la Fundación Fernando Buesa sobre "mitos del terrorismo de ETA". En un momento de su alocución, ha hecho un inciso de casi dos minutos, para descalificar con dureza las respuestas a las diferentes sentencias judiciales (9 en los últimos tres años en la CAV y 8 en Navarra) que han sido interpretadas por diferentes personalidades e instituciones como perjudiciales para el euskera. Insistiendo en la misma idea, Ibarra ha añadido: que las campañas a las que aludía "persiguieron articular una comunidad semántica entre la amenaza terrorista y la ubicación social de la judicatura y la fiscalía ejerciente en el País Vasco en una situación de ajenidad radical, nacional y cultural.

En otro momento de su discurso, ha dirigido una diatriba expresa para la movilización impulsada por Kontseilua el pasado mes de julio ante la sede del TSJPV en Bilbao en la que participaron alcaldes y alcaldesas de PNV y EH Bildu, mostrando sus makilas en alto. Según Ibarra, esta protesta fue una "movilización social promovida desde el prejuicio expresivo de un proceso de intenciones en el que se detecta el eco sostenido y específico de deslegitimación social que la cultura de la violencia política dirigió durante más de una década contra la judicatura ejerciente en los órganos jurisdiccionales del País Vasco".

Y no ha faltado un mensaje velado al PNV, cuando el presidente del TSJPV ha instado a las "formaciones políticas democráticas" a que "los ecos reelaborados de los mitos de aquel pasado de violencia no interfieran en el diálogo social".