odos los datos con relación al coronavirus en Euskadi han mejorado de manera reseñable a lo largo de los últimos días tras unas primeras semanas de febrero en las que la situación se tornó de nuevo extremadamente alarmante, en gran medida por el repunte provocado por unas Navidades que fueron fuente de muchos contagios. No obstante, estas noticias que resultan menos negativas que las que recibíamos hace poco no tienen que convertirse en los árboles de la insensatez que impidan ver un bosque aún preocupante. La situación actual sigue siendo muy grave por mucho que la presión en las Unidades de Críticos haya decrecido, la tasa de contagios se encuentre claramente a la baja y los nuevos positivos hayan descendido de manera considerable, lo que ha conducido a que la mayoría de municipios vascos que hace unos días se encontraban en zona roja la hayan abandonado ya. La curva de esta tercera ola en Euskadi parece ya en una clara tendencia descendente, pero es responsabilidad de la ciudadanía, de todos y cada uno de nosotros, que no se reproduzcan de nuevo episodios de irresponsabilidad del pasado que provocaron que una situación que parecía ya controlada tornase de nuevo en alarma severa. Las medidas de seguridad e higiene que llevan ya casi un año activadas se tienen que mantener con absoluta pulcritud en un momento en el que no puede volver a aparecer esa relajación de la que muchos hicieron gala en las festividades navideñas. Con el decrecimiento de los contagios, la sensación de riesgo personal también decae en muchos casos, lo que conduce a descuidar los mínimos imprescindibles. Más aún como cuando, en los últimos días, los contactos sociales se han incrementado de manera muy significativa por la reapertura de los establecimientos hosteleros -los bares no contagian, son los usuarios poco cuidadosos quienes entrañan un riesgo para el resto- y el buen tiempo que ha llevado a la ciudadanía a echarse a unas calles que esta semana han estado mucho más bulliciosas que en fechas precedentes. Con las vacunaciones ya en marcha pero con mucho tiempo aún por delante para que su efectividad alcance a toda la población, la mejoría de los datos tiene que corroborar que la autoprotección y el cumplimiento de las normas ya conocidas son las únicas alternativas válidas para doblegar al virus.