A mí también me pareció que Luján Argüelles era la mejor opción posible para presentar El rival más débil, otro concurso del pasado que Tele 5 ha recuperado para el presente, incapaz de encontrar apuestas con futuro. El concurso se vio veinte años atrás, nada menos, en las tardes del primer canal de TVE y su peculiaridad consistía en afear, ironizar y hasta humillar un pelín a los concursantes por los fallos que cometían al responder preguntas de cultura general. “Sois más inútiles que tratar de escapar de la cárcel vestido de teletubbi”, decía Nuria González con un semblante serio y amenazante a sus concursantes, sustituida después por Karmele Aranburu.

A Luján ya la habíamos visto ser innecesariamente borde en programas que no lo requerían, como si le saliera de forma natural, incluso arreando golpetazos en la espalda con cierta mala baba a los participantes de aquel otro concurso llamado Dame una pista (Cuatro), que aquí rebautizamos como Dame una hostia por razones obvias. Así que sí, yo también pensaba que ella era la mejor opción para este nuevo ejercicio de arqueología televisiva de Tele 5, pero en el momento más inoportuno, a Luján Argüelles le ha dado un ataque de simpatía. Y ahí está, disfrazada de señorita Rottenmeier (hasta le han puesto unas gafas de pasta) pero sin ninguna Heidi a la que aleccionar y sí un montón de famosos con los que tira de compadreo y bendice su ignorancia echando risitas cuando lee la frase malvada de los guionistas. Y así, claro, no hay forma de crear ambiente y la cosa queda en un quiero y no puedo. 

Por cierto que especialmente lamentables estuvieron en el programa los políticos, que demostraron tener un nivel cultural bajísimo y no entender ni las normas del concurso al dejar escapar continuamente el dinero acumulado, pero Luján en lugar de ponerles en su sitio y meter deditos en las heridas se puso a canturrear y bailotear para que se sumaran a ella. Y así no hay forma.

Precisamente, la presentadora se limita tanto a las frases de guion que ni echa en cara el dinero perdido por cada concursante, que era la parte más hiriente, y con razón, en la etapa de TVE. Lamentablemente, tampoco Luján sabe mantener el pulso cuando el concursante de turno le responde con ironía al ser reprendido, como le hizo la cantante María Pelaé ya en el estreno. Y así el papel de Luján Argüelles queda reducido a leer frases supuestamente hirientes sin ninguna convicción, que no impresionan a los famosos porque tienen más tablas que los anónimos, no se juegan su pasta y Luján no tiene intención alguna de molestarles ni golpearles como sí hacía con los anónimos. No ha entendido o no quiere entender que el programa no trata de compadrear con los famosos ni reírles las gracias que sueltan como excusa para camuflar su ignorancia. Para eso ya existen otros programas.