Como en otros muchos temas, en este caso el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Vitoria también quiere poner una vela a Dios y otra al diablo. Y en el complicado equilibrio municipal para intentar contentar a todos siempre se lleva las de perder porque nunca llueve a gusto de todos.
No se puede intentar poner en marcha una política de apoyo y fomento a la actividad hostelera para generar vida en el centro, incentivar el ocio vespertino y nocturno de la ciudad, y luego, al mismo tiempo, tratar de quedar bien con los vecinos que se quejan por los ruidos en la calle e intentar contentárles con una norma restrictiva norma que encorseta a los bares.
En este caso, el Ayuntamiento debería tener una apuesta clara, con una política decidida, fuera la que fuera. O bien querer incentivar la vida de los bares en el centro, en tal caso pidiendo comprensión a los vecinos que deben ser conscientes de que viven en el centro, o bien intentando fomentar una monacal tranquilidad en la ciudad para descanso de sus vecinos, pidiendo comprensión a los hosteleros. Pero por intentar quedar bien con todos, al final Lazcoz queda mal con todos.