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Mesa de Redacción

César Martín

Aburrimiento

Sin tiempo para reponerme de los excesos navideños, me temo que les va a tocar ración extra de este que escribe y suscribe este pequeño soplo de aire fresco dentro de la habitual vorágine periodística canónica que me ocupa y preocupa diariamente. Las circunstancias mandan. Pero, aprovechando la oportunidad, no puedo dejar de comentar algo que me ronda por la cabeza cada vez que paseo por el corazón del Ensanche gasteiztarra camino de la redacción. Ayer me volvió a suceder a una hora temprana, al menos, para la forma de vida dominical de las personas de bien de una ciudad como Vitoria. Pese a lo intempestivo del horario, solo apto para quienes buscan sitio preeminente para escuchar misa, a las puertas de un conocido local ideado para el disfrute de cierto tipo de chavalería, un grupo de jóvenes berreaba en el más estricto sentido de la palabra. Sin inmutarse. A grito pelado. Ocupando acera y media. En ocasiones, con problemas de equilibrio. Provocando un curioso fenómeno de migración de los peatones hacia el lado contrario de la calle. Cohabitando con los negocios que a esa hora tienen que luchar contra esa evidencia. No me entiendan mal, porque todos penamos pecados de juventud, incluido el menda, pero hay situaciones que ya aburren, sobretodo, a los vecinos.