Las agresiones sexuales y los casos de violencia machista están a la orden del día. En 2024, mientras la inteligencia artificial extiende sus tentáculos en nuestras vidas y con multimillonarios paseando por el espacio, la violencia más atávica sigue dejando episodios desgarradores para los que no se vislumbra un final.
Entre casos de violencia machista como el sufrido por una mujer en Barcelona a manos de su pareja, que le seccionó una mano y le acuchillo en repetidas ocasiones, esta semana ha comenzado el juicio contra un hombre en Francia por drogar hasta la inconsciencia a su esposa durante años para ofrecerla como objeto sexual a una cincuentena de hombres, también encausados, que pagaban por violarla. Todo ello quedó grabado, lo que ha permitido que esta atrocidad no quedara en el mayor de los secretos.
La denuncia pública, las campañas institucionales y la lucha activa de las mujeres ha supuesto pasos adelante en la visibilización y concienciación sobre esta lacra pero no parece que esté en camino de su erradicación. Cada vez estoy más convencido de que la única aproximación a una posible solución del drama pasa por la implicación, convencida y sin complejos ni excusas victimistas de los hombres.
Toca dar un paso y ser parte activa de la solución ya que hace tiempo que quedó claro que somos el problema.