Regreso a este pequeño rincón literario ideado, al menos, en mi caso, para dar rienda suelta a todo aquello que me nubla el raciocinio y que, desgraciadamente, acostumbra a no tener ni un ápice de trascendencia, aunque con excepciones, como las que les traslado hoy. Les decía que he regresado tras dedicarme un par de días a reponerme de los excesos navideños, que han sido muchos y muy variados, y casi todos, relacionados con el mundo laboral. Ha sido tener que teclear en las fechas señaladas para caer en la cuenta de las servidumbres que genera esta sociedad y que requieren del trabajo de muchos profesionales para que el resto trate de poner en práctica la idealización de spot que el capitalismo ha diseñado para hacer caja con las fiestas más señaladas del calendario. Sanitarios, fuerzas policiales, técnicos de sectores estratégicos y del transporte público, personal de hostelería... Cientos de trabajadores y trabajadoras cuyos calendarios no se rigen por convencionalismos sino por requerimientos de índole superior y a los que me gustaría ponderar con justicia por lo que suponen para el resto de ciudadanos. En fin, ya ven lo intenso que me pongo para empezar un 2025 que, como siempre, será un año que me tendrá ocupado y preocupado.