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Mesa de Redacción

César Martín

Colegio

Sin pretenderlo, regreso a este rinconcito literario para socializar mis neuras, que a estas alturas de la vida son muchas y variadas. El último exponente de ellas hace referencias al ámbito educativo, en el que por aquello de a la vejez, viruelas, me ocupo (siquiera tangencialmente), y preocupo. Dicen que las comparaciones son odiosas, y quien lo dice, algo de razón tiene. Comparo mis años mozos con los que le está tocando experimentar a mi churumbel y, sin exagerar, doy gracias a lo más sagrado por haber contribuido al desarrollo de los sistemas de formación, a la mejora del profesorado y de las instalaciones y al cambio de concepto para involucrar a los padres en muchas de las decisiones que se toman en las guarderías e ikastolas. La comunicación con el centro es diaria, y la atención, también. Supongo que, como en muchos ámbitos vitales, hay mil y un problemas que solucionar y mil y una taras que distorsionan los objetivos marcados y que requieren de una intensa e inmensa intervención de los poderes públicos para tratar de acotarlas. Aún y todo, pese al contexto, al ruido y a las disfunciones, me doy con un canto en los dientes si esta sociedad consigue seguir progresando en la formación de quienes están llamados a ser su futuro.