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Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

Navidad electoral

Será porque es agosto y sigo amarrada al duro banco pero, mientras en el Congreso andan haciendo cuentas con los pactos y, de momento, las sumas van así así, ando debatiéndome en una duda existencial. Por si acaso. ¿Preferiría una repetición electoral en Nochebuena o en Nochevieja? Es que no me decido. Veo esa noche de recuento de Nochebuena, con su mensaje del rey al cierre de los colegios electorales, resonando de fondo mientras vocales y presidentes henchidos de democracia cuentan votos, y es que no se puede ser más ortodoxamente constitucional. Podríamos cambiar los ventiladores y las botellas de agua de la convocatoria de julio por tres langostinos y un surtido de polvorones, por ejemplo. Incluso sospecho que habrá más de uno que con tal de librarse de la cena en familia se presentaría voluntario como vocal 2º de alguna mesa. ¿Y qué me dicen de esa Nochevieja? Cotillón y, en vez de uvas, papeletas: dong, dong... Y unas congas de confraternización interpartidista de apoderados e interventores –lo que sucede en Nochevieja, se queda en Nochevieja–; que igual luego servirían también para facilitar los pactos post electorales. Ya digo, será que tengo el ánimo disperso con el lento transcurrir del calendario veraniego, pero quién sabe, cosas más raras hemos visto. l