Tengo la extraodinaria suerte de celebrar hoy el cumpleaños de una mujer, a su vez, extraordinaria. Fuera de lo común, primero, las velas que llevará su tarta, nada menos que 99. Claro que la propia Maritxu es de esas mujeres de toma pan y moja. Lo ha sido siempre y lo es (más si cabe) hoy todavía. No me extraña, según los avatares a los que se ha tenido que enfrentar desde bien joven. Hoy que está tan de moda que hablemos de mujeres ejemplares y ejemplarizantes Maritxu podría darnos para un buen reportaje. Se lo propuse en su día y me declinó la oferta con un sencillo “mi vida no da para contar nada”. Absolutamente en desacuerdo. Ella forma parte de una generación de mujeres que, lejos de amilanarse ante la adversidad, se forjaron en la dureza de épocas donde las tareas eran de sol a sol y escaseaba casi de todo, incluido el mirarse a una. Testigos durante un siglo en un mundo en continuo cambio, en el que han tenido que ir adaptándose a constantes “nuevos tiempos” que cuestan de asumir, con razón, para quienes llevan a sus espaldas tantos años. Ojalá el año que viene pueda relatar el centenario de mi querida Maritxu. Aunque también les digo que, por más que cien años pasen, ella no será más extraordinaria de lo que ya es ahora. Zorionak abuela!