a magia vive en las palabras. El lenguaje es como un encantamiento, capaz de crear ilusiones y de destrozarlas. De pintar el poema más bello y de servir de carruaje para el odio, alzando a veces incluso las mismas banderas. Agitan sentimientos, transmiten valores. Insultan, enseñan. Acarician, hieren. Amor y guerra. Ira y ternura. Ahorman el mundo a demanda de quien las usa. Por eso es tan importante tomar conciencia de su poder, de su capacidad para obrar la magia. La catalana Desirée Bela-Lobedde ha creado un cuento fantástico, Color Carne, con el que busca que los niños pequeños y grandes reflexionemos sobre ello. Su protagonista es esa barrita de cera que descansaba en nuestro estuche hasta que debíamos dibujar a un ser humano. Un blanco, color carne, claro. Y, como por ensalmo, ahí está de nuevo la magia, que dependiendo del fin con que se use será considerada blanca o negra. Casi nada. Blanco es el color de la pureza, de la esperanza. Negro es el destino esquivo. Blanco es el humor que no ofende, negro el que revuelve las entrañas. Es lo mismo que pasa con la zorra y el zorro, es el mensaje que anida tras cada mensaje. Muchos han trabajado para que esto fuera así. Está en nuestra mano revolver todos los días un poco las pinturas de nuestro estuche. l
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