La cama es el lugar en el que pasamos un tercio de nuestra vida y por ello la ropa que la viste requiere un seguimiento exhaustivo y una limpieza frecuente. Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de fijar una periodicidad concreta, pero sí coinciden en que lo ideal sería cambiar las sábanas y las fundas de las almohadas al menos una vez por semana.

Hacerlo con esta frecuencia no se debe solo a una razón de higiene, sino también de salud. Aunque te duches a diario, la ropa de cama acaba albergando infinidad de microorganismos como bacterias, hongos y ácaros que se desprenden de la piel y de la ropa.

Pese a estar protegida por la funda, la almohada es uno de los artículos de cama que más suciedad acumula, incluso más ácaros y células muertas que el colchón. Se trata de una pieza fundamental para disfrutar de un correcto descanso y debe garantizar que la columna vertebral se encuentre en la postura adecuada mientras dormimos.

Alergias y piel

Tener la cabeza apoyada sobre una almohada que no está en buen estado te puede complicar mucho la vida si sufres asma o alergias como rinitis y urticaria, ya que la presencia de microorganismos puede empeorarlas o incluso provocarte otras que no tenías. Secreción nasal, estornudos, ojos llorosos y malestar durante la noche son algunos síntomas de que tu almohada ya no reúne las condiciones adecuadas.

Esta acumulación de células muertas y el polvo de la piel o del cabello pueden afectar también a la piel del rostro, hacer que se irrite y que los poros se obstruyan dando lugar a acné y a espinillas. Sin la higiene adecuada, la almohada se puede convertir en un nido de ácaros, acumular cada vez más suciedad e incluso adquirir un desagradable tono amarillento consecuencia del sudor, la saliva y la grasa que desprende nuestro rostro mientras dormimos.

Almohadas amarillentas y sucias apiladas sobre una cama.

Así, los expertos recomiendan como norma general lavar las almohadas una o dos veces al año y cambiarlas a poder ser cada dos años. En el caso de las viscoelásticas, dependiendo del uso y del cuidado que se les dé, su uso se puede extender hasta los cuatro años. Pasado este tiempo deben sustituirse por otra nueva bien por una cuestión de higiene, por su deterioro y por la deformación de sus materiales.

Cuándo hay que cambiar la almohada

Para saber cuándo ha llegado el momento de sustituir la almohada por otra nueva, hay un truco muy sencillo: debes doblar la almohada por la mitad y soltarla dos segundos después. Si recupera su forma original, es que sigue conservando un buen estado y, si no es así, es que ha llegado el momento de cambiarla.

Otra forma de saberlo es agitando la almohada para que recupere su forma inicial. Si no está como el primer día o tiene una forma rara, es que ya ha acabado su vida útil. Si el relleno comienza a agruparse y a hacerse pelotas grandes en el interior y no hay manera de deshacerlas, eso significa que ha perdido integridad y que también debes cambiarla.

Cómo lavar las almohadas

El material de la almohada va a ser importante a la hora de decidir si podemos lavarla en casa o no. Por lo general, se recomienda no lavar en la lavadora las almohadas de plumas, las viscoelásticas y las de látex, ya que necesitan secarse muy bien eliminando cualquier resquicio de humedad en su interior.

Por su parte, las almohadas de fibra pueden lavarse sin problema en la lavadora; eso sí, lávalas siempre de dos en dos para no desequilibrar la lavadora, usa detergente suave y líquido mejor que en polvo, echa vinagre en el compartimento del suavizante, selecciona una temperatura baja (máximo 30ºC) y un ciclo de lavado suave para ropa delicada.

Otra opción es lavar la almohada a mano. Para ello debes mezclar agua tibia con un detergente líquido, humedecer un paño y realizar movimientos circulares sobre las manchas. Una vez limpia, presiona con toallas secas sobre la almohada para extraer el agua que sobra y colócala sobre una superficie plana al sol para que se seque totalmente.

Como solución intermedia puedes humedecer las manchas con agua y aplicar bicarbonato directamente sobre ellas. Con ayuda de un cepillo frota la zona y déjalo actuar durante 30 minutos. Finalmente, mete la almohada a la lavadora.

Ya lo ves, es importante mantener tu almohada limpia y en perfecto estado para poder disfrutar de un sueño placentero. Si al revisarla ves que no está en las mejores condiciones, tal vez haya llegado el momento de cambiarla por una nueva. Siempre es acertado invertir en todo aquello que aumente nuestro bienestar.