No es únicamente cuestión de tecnología sino para qué se utiliza. La razón de ser de las smart cities, de las ciudades inteligentes está en su capacidad para mejorar la vida de las personas que viven en ellas, y para que así lo sientan sus habitantes y empresas. Es el reto futuro y el camino que tienen que seguir para avanzar aún más en la construcción de ciudades por y para la ciudadanía.
Así lo subrayan los seis expertos que ayer subieron al atril en el encuentro Green Cities: Ciudades para la ciudadanía, organizado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para debatir sobre el futuro verde de Gasteiz.
Ante un nutrido aforo, toma la palabra Elena Zárraga para subrayar dicha idea. La presidenta de GAIA, clúster que aglutina a 310 empresas vascas del ámbito de los servicios avanzados, está más que acostumbrada a convivir con tecnologías tradicionales, nuevas e irruptivas, como la inteligencia artificial; todas sirven para mejorar la vida de los ciudadanos, en función de para qué se utilicen. Por ello, apela a la gobernanza inteligente, hoy que todo es smart, desde el alumbrado, hasta las viviendas domotizadas, la movilidad eléctrica o las urgencias sanitarias.
“Las instituciones tienen que tener al ciudadano en el centro de sus decisiones, al igual que las empresas tienen a sus clientes; ésa es la razón de ser de las smart cities”, subraya Zárraga. Pero, ante todo, “las tecnologías tienen que ser gobernadas y decididas por el ser humano”, enfatiza.
Implicar a la ciudadanía
Smart cities. Ciudades construidas por y para la ciudadanía. Sin embargo, en ocasiones, la ciudadanía no las siente como tal, porque no percibe que mejoran su día a día en la urbe. Entonces, ¿cómo se puede implicar a la población?, pregunta Gildo Seisdedos, moderador de la mesa.
Iñigo Azcona es director comercial de Irizar Emobility, empresa guipuzcoana dedicada a la fabricación de autobuses eléctricos cero emisiones, donde aporta soluciones para adecuar la flota hacia un modelo más sostenible.
Gran conocedor de la movilidad eléctrica explica que las ciudades ya son smart hoy en día, lo interesante es que vayan a más. “Una persona se acerca a la marquesina y el panel le indica que faltan diez minutos para que llegue el autobús, puede esperar o ir a tomar un café, es su decisión”.
No obstante, en ese camino que aún les queda por recorrer a las ciudades inteligentes, el reto es, a su entender, la movilidad. “Hoy los autobuses ya se acercan a la parada de forma autónoma; pero hay que automatizar los diseños para lograr un vehículo autónomo, ya que a día de hoy no podemos aún prescindir del conductor, y para eso también necesitamos tecnología”.
Álvaro Vázquez defiende ciudades inteligentes como aquellas smart cities que hagan más feliz a la gente, que mejoren su calidad de vida, pero también como polo energético que proporcione beneficios económicos a las empresas y atraigan talento.
Manager en ABB Emobility, lidera desde Vitoria, su ciudad natal, el área de movilidad eléctrica en ABB. Piensa que disponer de un punto de recarga, además de ser un negocio por sí mismo, da ventaja ante la competencia. Sin embargo, “ese ecosistema de recarga maravilloso, esa infraestructura tiene que funcionar y el ciudadano se tiene que fiar”.
Nicolás Arcauz también opina que las smart cities tienen que seguir dando pasos y respalda la idea de Zárraga del gobernador inteligente. Como ingeniero de Telecomunicaciones que lidera la transformación digital de Iberdrola Redes España, apunta igualmente la importancia de la movilidad eléctrica como fuente de energía. “Cuando veo un coche eléctrico, veo una batería con ruedas”, ironiza.
Pau de la Torre indice en la idea de que una smart city tiene que ser ante todo accesible. E introduce la cuestión de la fiabilidad, importante a la hora de que la ciudadanía sienta la ventaja de vivir en una ciudad inteligente. En el caso de la movilidad eléctrica, “si los puntos de recarga no funcionan, por muchos que se instalen, estamos a cero, y es lo que está pasando con muchos cargadores de la calle, que no funcionan”, apunta desde la firma Wallbox.
Brecha digital
Es aquí donde Zárraga subraya la importancia de la colaboración público-privada. Y enumera sus tres mayores preocupaciones a la hora de avanzar con las smart cities. Cuenta que el 64% de la población solo tiene conocimientos digitales básicos. “La brecha digital excluye y no podemos hacer smart cities con políticas excluyentes”. Luego está la ética de la inteligencia artificial. “Hay que lograr que los algoritmos no sean segados”, dice.
Y, además, “las ciudades inteligentes tienen que ser lugares atractivos para atraer talento y que las empresas ganen en competitividad”. Son retos futuros a los que se enfrentan las smart cities.