La despedida ya iba a ser especial de todas formas; pero, por si hacía falta una razón más para la fiesta en Mendizorroza, el Deportivo Alavés venció al Getafe (1-0) en su último partido como local de la temporada. Carlos Vicente fue el autor del único gol de la noche y, gracias a este noveno triunfo en casa, los babazorros ascienden a la décima posición, la cual defenderán la próxima semana en el Estadio de Gran Canaria.
Las rotaciones volvieron a ser protagonistas en el once de Luis García Plaza, al igual que lo habían sido en el Santiago Bernabéu. Solo repitieron titularidad Jesús Owono, Abdel Abqar, Rubén Duarte y Antonio Blanco y a estos se les sumaron Nahuel Tenaglia, Javi López, Carlos Benavídez, Jon Guridi, Carlos Vicente, Giuliano Simeone y Kike García, para un total de siete novedades. Rafa Marín, por cierto, se cayó de la lista por una gastroenteritis.
El partido, desde el inicio, fue muy intenso en el apartado físico. Ni el Alavés ni el Getafe dudaron en ir con todo a las disputas en la zona ancha y eso hizo que el colegiado principal, Figueroa Vázquez, interrumpiera varias veces el juego. Esto último, sin embargo, no perjudicó a los babazorros: superado el minuto diez, un desplazamiento en largo de Duarte lo aprovechó Vicente para, tras un sobresaliente control, batir a David Soria (1-0).
Ya por delante en el electrónico, después de que el VAR validara el tanto del extremo maño, el Glorioso se mostró bastante superior al conjunto azulón. Los de Luis García apenas sufrieron en defensa y, siempre que tuvieron ocasión, salieron en tromba hacia la meta rival. Llegó el segundo gol pronto -obra de Giuliano-, pero fue anulado por fuera juego; y Kike, en un veloz contragolpe posterior, envió el balón al larguero cuando tenía todo a favor.
Buena muestra de la superioridad del Alavés sobre el césped fue que José Bordalás, visto el panorama, decidió hacer una doble sustitución antes del descanso, si bien una de ellas, la de Luis Milla, fue obligada por lesión -consecuencia de un duro lance con Benavídez-. En esa ventana, por cierto, también tuvo que retirarse el mencionado Kike García; sintió un pinchazo y Samu Omorodion tuvo que entrar en su lugar a los 40 minutos.
La calma solo llegó al verde cuando el árbitro señaló los vestuarios, a los que el Alavés se marchó con ventaja. La primera mitad, en términos generales, fue notable por parte de los albiazules, pero lo cierto es que el fútbol pasó a un segundo plano superada la media hora. Mendizorroza fue testigo en esa recta final de los prolegómenos de una batalla campal, y eso que, a priori, ninguno de los dos se jugaba nada, más allá del honor o el décimo puesto.
Mucha hostilidad, poca ocasión
El arranque del segundo tiempo, además, no fue distinto. Ver a los futbolistas tendidos sobre el césped se convirtió en regla y Figueroa Vázquez no hizo mucho por cambiar esa dinámica. Mostrar, por ejemplo, la segunda amarilla a Diego Rico después de un peligroso pisotón a Tenaglia hubiera sido lo correcto, sin embargo, el colegiado andaluz prefirió amonestar al argentino, quien había sido el único damnificado de la acción.
Para refrescar las piernas de su equipo, Luis García dio entrada inicialmente a Ander Guevara (Benavídez), capaz de dar sentido al juego, y al gasteiztarra le siguieron más tarde, ya cerca de la prolongación, Gorosabel (Vicente) Ianis Hagi (Guridi), y Luis Rioja (Giuliano). Todos los sustituidos, como es lógico, recibieron su merecida ovación por parte de Mendizorroza, que fue una fiesta durante toda la noche, pese a la lluvia constante.
Llegados al epílogo, ambas escuadras buscaron la meta rival, pero sin acierto. Samu fue lo más reseñable por parte del Alavés en ataque, arrancando al espacio constantemente, y Mason Greenwood tiró del Getafe a base de puro talento. Sin tiempo para más, y con el 1-0 en el electrónico, se llegó al final del último partido de la temporada en Mendizorroza, siempre decisivo. Nueve triunfos han conseguido los babazorros ante su gente.