El tipo de diseño y urbanismo de las ciudades beneficia la salud de los ciudadanos. Es la conclusión a la que llegan los expertos de la ponencia El círculo virtuoso: diseño urbano, vida saludable, y eficiencia económica y social, que ayer aportaron su visión en el foro de debate sobre ciudades inteligentes (smart cities), organizado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, en el Palacio Europa.
El urbanismo juega un papel fundamental a la hora de construir urbes más vivibles, más bonitas y más sanas. Como bien recuerda María Urmeneta, presidenta de la agrupación de arquitectos urbanistas del Colegio Vasco-Navarro, ha sido así desde allende los tiempos. Por algo los romanos situaron a un lado las aceras, para evitar las aguas residuales; tras el gran incendio de Londres se apostó por otros materiales de construcción para evitar catástrofes de ese tipo o en París fueron necesarios veinte años de obras y la demolición de veinte mil edificios para acabar con la insalubridad en la que vivían los parisinos.
Más cerca en el tiempo, también las ciudades modernas han apostado por separar las zonas residenciales de las industriales, consideradas más contaminantes. Sin embargo, una ciudad saludable no es solo una ciudad con muchas zonas verdes. Eso ya lo tenemos en Vitoria. Según Urmeneta hay que avanzar y abordar otros aspectos: el uso mixto de los espacios públicos, autobuses eficientes, más de un centro neurálgico, menos tráfico y, por tanto, ruido, combatir las islas de calor que genera el asfalto, dejar que entren nuevas especies de plantas que pueblas el entorno de la ciudad, no basta con convertirla en una alfombra de verde césped, e incluso estudiar la orientación de calles y plazas y su soleamiento a la hora de crearlas.
El valor del anillo verde
Una visión, la de que no es suficiente con poner verde para lograr una ciudad saludable y sostenible que comparten el experto en diseño urbano, Javier Zulategui y el doctor en Geografía de la Salud, Roberto Valiente. Ambos coinciden en que hay que primar la calidad sobre la cantidad, ya que no todo tipo de áreas verdes son igual de beneficiosas para la salud; incluso puede darse el caso de que una urbe sea muy verde, pero poco sostenible si el coste de su mantenimiento es alto. Zulategui ve imprescindible analizar cómo se relaciona la ciudadanía con la naturaleza; a su entender, malamente. Por eso, pone en valor el Anillo Verde de Gasteiz, “capaz de aportar heterogeneidad y calidad”.
Para Valiente, “la ciudad verde es necesariamente justa y feliz”. Entre los beneficios para la salud está que reduce el impacto del ruido, de las islas de calor, tiene beneficios psicológicos y mejora la salud mental. Un reto éste de las ciudades futuras, sobre todo tras el covid, ya que como recuerda la OMS, “una ciudad saludable debe proporcionar a sus habitantes un completo bienestar físico, social y mental”, apunta Urmeneta.