También hizo un día excepcional de calor, solo que esta vez no hubo un apagón generalizado en todo el Estado y Portugal, de modo que este miércoles, por fin, la Diputación Foral de Álava pudo entregar el más alto honor que se puede conferir en el territorio, al sacerdote, empresario hostelero y escritor Luis de Lezama. Lo hizo en el museo Artium de Vitoria, el mismo escenario elegido para ese primer intento que hizo el día de San Prudencio y que tuvo que posponer cuando el gran colapso eléctrico dejó el escenario a oscuras, además de dejar inutilizados por completo el equipo de sonido y los micrófonos de su atril.
Esas anécdotas fueron el chascarrillo de la tarde, entre quienes recordaban cómo no les quedó otra que, acudir al cóctel posterior, porque, al menos, eso sí que se pudo hacer ese día, ya que el vino siguió fresquito, pese al sol de justicia de ese mediodía. Fue lo bueno de tener que organizar por segunda vez esta gala, en la que no faltó el diputado general, Ramiro González, y el director de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, César Martín, puesto que las caras de las personas invitadas para reconocer su “persona, obra y legado”, sonaron más que nunca.
Entre ellas, las de la corporación foral y municipal, así como las de diferentes asociaciones y también familiares del propio Lezama, como su hermano Pedro, que recogió la medalla, “por su importante impronta en el territorio y en el mundo”, dado que el homenajeado falleció en enero, o el presidente de su fundación, Jon Urrutia.