Bat, bi, hiru. Topa! Las decenas y decenas de personas que este sábado se han acercado al Machete lo han hecho para brindar, celebrar la última cosecha de sidra y degustar algunas de sus muchas variedades. La denominación Euskal Sagardoa elabora 110 sidras diferentes de 48 productores. Este sábado se han descorchado botellas de 11 bodegas de Álava y Gipuzkoa.

En la sidrería de Kuartango tienen sidra, sidra de fuego, es decir, fermentado de la propia sidra y envejecida en barrica de roble americano, lo que le da un cierto aroma a madera, al estilo de los vinos. También vermú con sidra natural, con algo más de graduación, y mosto de manzana.

Además, están a punto de embotellar una nueva sidra, llamada Álava, elaborada con cuatro variedades de manzana local: greñas, quesica, udare y mocetas. “El mercado se va moviendo bien”, asiente Arnold Still, encargado de atender el stand. “La pandemia nos dio un palo fuerte, pero ahora el consumo se está levantando, aunque todavía se consume más en sidrerías que en los bares; con todo, el boca a boca es fundamental”, subraya.

La cosecha de 2024 ha sido menor en cantidad. “Pero ya se sabe, cuando viene menos cantidad, viene más calidad, ya que los aromas están más concentrados”, aprecia Ioritz, de la sidrería Petritegi de Astigarraga. “Es una sidra con volumen y muy afrutada, con una ligera acidez”, especifica.

“Es una bebida que se consume, en sidrería seguimos vendiendo igual que hace veinte años y en la calle también se consume porque tiene menos alcohol, en torno a 6 grados; entonces, no tenemos problemas como le está ocurriendo al vino que tiene más graduación”, sostiene. Además, detecta que cada vez se consume más sidra en los hogares y menos en la hostelería. Es la tendencia, apunta Ioritz desde la cuna de la sidra, una localidad con una quincena de sidrerías.