Iñaki Kerejazu, hace 20 años, no durmió “especialmente bien” la víspera de ejercer de Celedón Txiki. La pasada madrugada, los nervios hicieron su “visita” de nuevo, pero cumplió con su intención de “como muy tarde” levantarse a las 8.30 horas, para estar a la altura en su primer año encarnando al aldeano de Zalduondo en versión adulta.

Kerejazu ya se temía que la madrugada del 3 al 4 de agosto “seguramente no iba a ser fácil” y efectivamente, ese extraño poder que tienen los nervios a la hora de aparecer en el momento más inoportuno, surgieron, por mucho que diera vueltas en la cama para intentar darles esquinazo. “Tendré su visita”, vaticinaba antes, ya resignado, aunque con una sonrisa, escasas horas antes de meterse al “sobre” para su gran sueño de una noche de verano

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En imágenes: Tres Celedones unidos en el relevo festivo Josu Chavarri

Aquella de la que pretendía despertarse al día siguiente tan fresco como una rosa, para darlo todo a las seis de la tarde, en su primer año de los cinco que encarnará a Celedón, apenas unas pocas jornadas después de haber finalizado el curso como profesor de Primaria. 

‘Déja vù’ 

Pero las horas pasaban y parecía estar en pleno déja vù de su otra noche en vela de hace 20 años, cuando se encomendó a Morfeo para estar a la altura de ejercer como Celedón Txiki. “Tampoco dormí especialmente bien. Era como el día antes de irte de udalekus”.

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En imágenes: Iñaki Kerejazu se transforma en Celedón por primera vez Pilar Barco

Es el recuerdo que tiene este chicarrón del norte, ya con 28 años, que compagina sus labores como docente con las de cantante, Dj y blusa de Hegotarrak.

La misma que fundó su aita Javi en el año 95, “el mismo en el que nací” y con la que empezó a salir con apenas siete meses.

Pese a no dormir como es debido, tenía intención de levantarse pronto porque tenía que preparar alguna cosilla, “como alguna mochila, aunque la ropa (de Celedón) ya esté preparada”.

¿Alubiada? No, gracias

Su otro plan de la jornada, ya estaba agendado hace tiempo: comer en la sociedad de un amigo, donde se juntaron “un montón de mi cuadrilla, unos 12 o 13”. Y en el menú, “nada de alubiadas”. Ni ningún otro plato contundente para que no le diera la modorra posterior a la comilona.

Aunque hasta que no llegara a la mesa, la sorpresa estaba asegurada: “Lo he dejado en manos de los amigos. Tenemos buen nivel culinario, pero será suave”, explicaba poco antes.

Igualmente, deseaba que la comidilla de la sobremesa no fuera la de la bajada: “Seguramente caerá algo, aunque intentaremos hablar de otras cosas. Lo agradeceré. Será un momento muy distendido, con muy buen ambiente porque para todos será nuevo”.

Lo que sí que era poco probable era que se le cerrara el estómago en ese almuerzo, “porque aunque puede ser que ocurra, tengo que estar muy nervioso para que se me cierre. Soy muy comilón”.

Foto de familia

A las 16.30 horas, era el otro gran momento del día, la quedada en el bar Kilima, de Postas 19, con todos los acompañantes que le iban a ayudar a cruzar a la plaza, y donde se iban a hacer la clásica foto de familia, tal y como hizo él durante los diez años en los que participó en el paseíllo que llevaba en volandas a Gorka Ortiz de Urbina, su predecesor en el cargo.

Y tras ello, la siguiente parada estaba más que clara: rumbo al piso del número 12 de esa céntrica vía de Gasteiz, desde donde tenía que atravesar la gran bandera de Vitoria de su balcón para bajar, a continuación, la decena de peldaños de la escalera de turno dispuesta para la ocasión, no sin antes recibir los parabienes de Ortiz de Urbina, en ese mismo piso.

“Le he pedido que me dé allí los últimos consejos y que me ponga el pañuelo”.

Más neskas cada año

Y tras ello, su primer baño de masas en su versión adulta de Celedón, en una comitiva formada por unos 90 ayudantes. Su aita y su prima Naiara entre ellos. Un ejemplo de que “cada vez hay más neskas” en ese paseíllo. “Y también unos cuantos de de mi cuadrilla. Estoy muy bien respaldado”.

Arriba, en la escalina, 30 txistularis y en la Balconada, además de autoridades y medios, más miembros de su familia, para escuchar desde primera fila su discurso “para vivir unas fiestas desde el respeto, sin identidad y género”.

“Y que todo el mundo se sienta seguro en todos los espacios de Gasteiz y que disfruten, que para eso tenemos la suerte de tener unas fiestas que se viven en la calle y que son totalmente populares”

“Y que todo el mundo se sienta seguro en todos los espacios de Gasteiz y que disfruten, que para eso tenemos la suerte de tener unas fiestas que se viven en la calle y que son totalmente populares”.

No le resultó fácil armar su mensaje, pero al final, hiló fino, en su intento de llegar al mayor público posible y tocar la fibra de los que en ese momento, por desgracia, no lo están pasando tan bien.

En eso no hubo dudas porque “es muy bonito llegar también a esa gente que lo necesita”. 

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Un vistazo histórico de las fiestas de La Blanca PHOTO ARABA