El fallecimiento de Izaro, de apenas 18 años; y Cristian, de 21, en el terrible accidente ocurrido en la mañana del sábado en el polígono de Jundiz, ha dejado una ciudad conmocionada y la sensación de que cualquier familia vitoriana podría encontrarse ahora mismo en la misma situación que las de esta pareja de novios.
Multitud de jóvenes se congregan en el polígono industrial los viernes para ver las tiradas de coches o participar en las mismas, y tal y como señalan dos trabajadores de las empresas de la zona, era cuestión de tiempo que ocurriera una desgracia.
Son ya más de dos décadas de imprudencias al volante, tanto en Jundiz como en otras zonas de la capital alavesa, por ejemplo el entorno del Buesa Arena, la rotonda de La Antonia, los alrededores de los restaurantes de comida rápida de la zona de Portal de Gamarra o los pequeños pueblos del municipio.
También en Salburua, donde la nueva zona comercial se ha convertido en un nuevo lugar para exhibir coches modificados, lo que este mismo otoño llevó a los vecinos de la zona a protestar por los ruidos que generan estas quedadas en plena noche.
Las coches se turnan para recorrer, a la mayor velocidad posible, calles largas como la que da nombre al polígono de Jundiz, además de hacer trompos, acelerones y donuts, giros constantes sin mover el vehículo del sitio.
El sábado, a las 1.30 horas, Izaro y Cristian ocupaban la parte trasera del Volkswagen Polo, que se llevó la peor parte del impacto del BMW que les embistió a toda velocidad. El conductor del coche pequeño, Assaad, amigo de Cristian, ingresó muy grave en la UCI del hospital de Txagorritxu, y el paso de las horas juega a su favor.
La pareja de Assad, que ocupaba el asiento del copiloto del Polo, resultó herida leve.
Amigos de los fallecidos se han desplazado a lo largo del fin de semana a Jundiz para depositar flores y llorar la muerte de los dos jóvenes.
Ella, educada en la ikastola Ikasbidea de Durana, ayudaba a su familia en el bar Herriko de la Kutxi; la de él, que trabajaba para Amazon, provenía del barrio de Abetxuko.
Cristian ha sido enterrado este lunes en el cementerio de El Salvador.