Los agentes de la Ertzaintza y de la Policía Local que se encargan de vigilar las noches de Gasteiz se enfrentan en cada turno a problemas variados, que se agudizan durante las vísperas de festivos o fines de semana, fechas en las que el ocio nocturno y sus actividades relacionadas mandan en esos horarios. Desde el jueves hasta el sábado, ambos inclusive, la tipología de esa realidad constituye por sí sola un quebradero de cabeza para quienes tienen que patrullar las calles y procurar que la exaltación de los consumos y sus derivadas no causen mayores problemas de seguridad o perturben el derecho al descanso de los vecinos.

Al respecto, los patrulleros consultados por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA señalan tres locales muy concretos ubicados en el centro urbano de la capital alavesa. En cada fecha señalada, los recursos policiales tienen que lidiar en esas ubicaciones con los problemas inherentes a las grandes concentraciones humanas, sobre todo, cuando estas ocupan la vía pública.

Ahí es, precisamente, donde radica el problema, ya que los gestores de los locales no tienen responsabilidad alguna sobre lo que pasa en el exterior de los establecimientos. Grupos de personas salen de las discotecas a fumar, o a la espera de conocidos, o a apurar una consumición. Permanecen en el exterior cuando los locales cierran sus puertas. Lógicamente, dadas las circunstancias de esta tipología de ocio nocturno, parece impensable que los citados guarden silencio y mantengan la compostura adecuada que no moleste a los vecinos.

No en vano, la proliferación en la capital alavesa de grandes locales, con capacidad para acoger a cientos de clientes al mismo tiempo, supone un ejercicio de cautela añadida para los profesionales de la ley y el orden, ya que en las aglomeraciones se encuentra uno de los factores de inestabilidad más acuciantes. “Cada día se juntan a las puertas de estos locales decenas de personas, que esperan o salen a fumar o simplemente están. Hablan, ríen, incluso provocan problemas de tráfico con su presencia. Y una patrulla, o dos o tres no pueden hacer nada. Y si intervienen, es peor, ya que una potencial reacción puede degenerar en una batalla campal”.

Estas son palabras de un veterano agente de la Ertzaintza con años de experiencia en el turno de noche. Su perspectiva es clara y concisa. En la actualidad no habría capacidad para contener una eventual “marabunta”.

Ataques a la urbanidad

No obstante, el principal problema no pasaría por los ataques a la urbanidad de los citados. El principal problema reside en la propia masa de gente y en su estado, en muchas ocasiones, alterado por la ingesta de bebidas o por las problemáticas generadas por el consumo de otras sustancias. “Se pueden juntar cientos de personas”, avanza este ertzaina curtido en décadas de trabajo de seguridad ciudadana en las noches gasteiztarras. Su experiencia vale más por lo que calla que por lo que dice. Pero en lo que explica, es meridianamente claro. “Una mínima chispa puede provocar problemas graves con algaradas y demás, que son muy difíciles de gestionar y que requerirían de gran número de dotaciones”, analiza. Mientras tanto, el escándalo de quienes disfrutan de la fiesta está garantizado. “Hay gritos, escándalo, incluso se llega a dificultar la circulación, ya que se ocupa la vía pública”, zanja el citado.

Locales conocidos

Los locales en cuestión son conocidos para el gran público gasteiztarra, ya que, pese a que han cambiado de nombre en varias ocasiones, han canalizado en sus instalaciones el ocio nocturno de varias generaciones desde hace décadas. Dos de ellos se encuentran en pleno Ensanche gasteiztarra. El tercero se encuentra en el Anglo.

En la última época, uno de esos establecimientos ha aparecido en diversos sucesos de calado, con varias denuncias por presuntos intentos de sumisión química sobre chicas e, incluso, con peleas a navajazos. Otra de las discotecas ha sido testigo de algaradas producidas en su exterior y la otra, por las continuas quejas vecinales emitidas por ruidos y alteraciones al descanso.

Potencial

Ante el potencial peligro, los responsables encargados de gestionar la seguridad ciudadana acostumbran a habilitar dotaciones que, en teoría, deberían ser capaces de gestionar problemas como los citados. Pero, “nada más lejos de la realidad”, indica el citado patrullero.

Por ejemplo, tal y como ha podido conocer este diario de fuentes policiales, en la víspera del día de Todos los Santos celebrado esta misma semana, y que es cuando se festeja Halloween, con toda la parafernalia habitual, la Ertzaintza tenía ocho patrullas de agentes uniformados en la capital alavesa. Aparte, hubo tres patrullas con personal de paisano y vehículos no rotulados y una furgoneta. Además había un recurso del PRI ( patrulla intervención rápida ) de Brigada Móvil con tres ertzainas. De Policía Local, esa misma noche hubo para toda la ciudad cinco patrullas.

Ese dispositivo se antoja voluminoso, pero la realidad es bien diferente. De hecho, las necesidades policiales implican que del montante de medios se vayan detrayendo efectivos para cubrir las eventualidades que surgen. Y siempre surgen, ya que los policías tienen que atender calabozos, accidentes, acompañamiento a víctimas, traslados indemorables de la cárcel de Zaballa a los departamentos de urgencias hospitalarias de Santiago y Txagorritxu...

“Es claramente insuficiente”. En caso de algaradas, las citadas aglomeraciones, con cientos de personas en el exterior, no habría un número de patrullas suficiente para gestionar un eventual tumulto. “Si se da, necesitaríamos la intervención de la Brigada Móvil, pero no tres recursos, sino seis”, sintetiza.