La irrupción de Álex Ortiz de Zárate en el karate de primer nivel es una realidad. El gasteiztarra, que prometía desde sus inicios sobre el tatami, dio el salto con el equipo nacional absoluto en el Campeonato de Europa disputado el pasado mes de marzo en Guadalajara. Pese a quedarse con la miel en los labios para poder saborear una medalla, el karateca alavés enseñó los dientes tras una actuación de mucho mérito ante “los mayores”.

“La experiencia fue increíble, era mi primer torneo con el equipo nacional absoluto. Iba con ciertas expectativas a nivel de rendimiento. A nivel internacional no sabía si podría alcanzar el nivel de las medallas, pero en este campeonato pude rendir al más alto nivel y demostré que puedo estar a esa altura”, recuerda el vitoriano respecto a su participación. De hecho, Ortiz de Zárate se metió entre los ocho mejores y estuvo muy cerca de luchar por las medallas.

Por ello, el alavés desborda satisfacción a raudales. “Me sentí muy satisfecho en todos los sentidos. Más allá de lo físico, se nota en la experiencia que tienen los competidores. Es dar un golpe sobre la mesa y decir aquí estoy yo. Soy un competidor sub-21, pero puedo dar la talla entre los senior aunque no sea de edad absoluta”, asegura Ortiz de Zárate, consciente de su potencial y de que su sacrificio está dando los frutos deseados.

Álex Ortiz de Zárate practica el karate desde los cinco años. Aunque comenzó a competir en torneos federativos a los 12, algo más tarde que el resto de promesas en España, el gasteiztarra ha escalado categorías con una sobriedad aplastante. Y todo ello hasta que en el pasado mes de enero se erigió como campeón en el Estatal, un torneo que tenía subrayado en rojo. “Ese campeonato de España siempre se me había resistido, este año quería sentirme capaz de ser campeón. Ganarlo significó muchas cosas. Una de ellas es que en los momentos más difíciles puedo sacar a relucir a un gran deportista. También me brindó tranquilidad al saber que iba a ir al Europeo”, admite el alavés, quien añadió que ese triunfo “tiene un significado especial”.

Pese a sus innumerables éxitos, Ortiz de Zárate mantiene los pies en el suelo sabedor de la exigencia de este deporte. Es por ello que, más allá de buscar unas medallas, también se fija “objetivos de rendimiento”. “En lo que queda de año tenemos varios campeonatos internacionales, una liga mundial que se disputará en España y un campeonato del mundo al que no estoy seguro de clasificarme. Me encantaría volver con una medalla de esas competiciones por todo lo que significa”, sostiene el vitoriano.

SUEÑA CON EL NÚMERO UNO

El vitoriano, con 20 años recién cumplidos, ha asaltado el ranking mundial y ocupa la 98ª plaza. “A largo plazo un objetivo ilusionante que tengo es escalar en el ranking mundial. Me gustaría seguir sumando en competiciones internacionales y acabar en el número uno, ese es mi sueño”, recalca Ortiz de Zárate, que quiere acabar la temporada con la participación en el Campeonato del Mundo, algo que sería “el broche de oro a un curso magnífico”.

Ahora bien, el gasteiztarra no ha dejado de lado los estudios y es por ello que compagina la universidad con el deporte de alto rendimiento. Ortiz de Zárate estudia por las mañanas Criminología en Donosti y a la tarde se ejercita en el Fitness Gasteiz. “Los meses que son de muchos exámenes coinciden con las competiciones, por lo que se me hace algo complicado compaginarlos. Al estudiar en Donosti, voy y vuelvo en bus y saco tiempo de debajo de las piedras para llegar a todo. Utilizo el estudio para darme un descanso del karate y al revés”, desvela el alavés.

El esfuerzo del gasteiztarra está fuera de cualquier duda. Ortiz de Zárate entrena “cinco o seis días a la semana”, y ensalza el sacrificio de su padre, quien le espera por la tarde según llega de Donosti “para ir pitando a entrenar”. El incansable aliento de sus seres más queridos es algo que valora sobremanera: “Sin mi familia tengo muy claro que no habría llegado hasta aquí y mucho menos seguir progresando. Me ayudan un montón, siempre me apoyan, me llevan a todas partes y son un apoyo incondicional”.