La revolución francesa también ocurre en bici, a orillas del Loira y sus afluentes. En Dampierre-en-Burly, casas blancas y bajas con tejados negros de pizarra, verdes los campos, aspecto bucólico y pastoril, sobresale el bullicio de la crono por equipos de la París-Niza, tan innovadora que es una rebelión que deja atrás el antiguo testamento de la especialidad.

Rupturista la idea, lejos de la tradición, no cuenta el cuarto corredor de la formación para contabilizar el tiempo después de 32 kilómetros midiéndose los equipos. Basta con la huella de un solo hombre en pie. El primero de cada escuadra. Ese marca el camino.

La novedosa configuración, una apuesta para da mayor realce y atractivo a la crono por equipos, alteró por completo el ecosistema que manda en la modalidad, donde se calcula el esfuerzo de cada uno, para exprimirlo al máximo pero con la intención de que pueda mantener la formación.

Duelo Pogacar y Jumbo

Roto ese axioma, todo se altera en la París-Niza, donde mezclan la ortodoxia del Jumbo, el poderoso ciempiés que lleva en hombros al sigiloso Vingegaard, camuflado y escondido del viento, protegido por sus centinelas, y logra la victoria de etapa, con la imaginación de UAE, que vacía a todos salvo a Bjerg, la pértiga del estruendoso Pogacar, que se dispara como un cohete después de que sus compañeros se queden sin aliento, derrengados por el asfalto. Ceden como cuentas de un rosario para fortalecer las opciones del esloveno. Pogacar se deja 23 segundos respecto al Jumbo. Un gran tiempo. Enorme el esloveno.

Victoria por un solo segundo

Pogacar, que tenía una ventaja de 12 segundos tras sumar dos bonificaciones en las jornadas precedentes, tiene un retardo de 11 segundos con el danés después del pleito entre equipos, donde el esloveno perdió, pero salió fortalecido en la candidatura para la París-Niza por la novedosa configuración de la crono por equipos. El experimento benefició a Pogacar.

Lo reconoció Vingegaard. El danés esperaba otro resultado. "La etapa de hoy era muy importante. Tal vez al final esperábamos ganar más tiempo, pero aprovechamos cada segundo que podíamos obtener y estoy muy contento con el resultado".

Cort, nuevo líder

La carrera la lidera Magnus Cort , el último relevista del Education First, a apenas 1 segundo del Jumbo, vencedores con 33:55, a 56,9 km/h. El Jayco de Simon Yates, portentosa su ejercicio, se quedó a 4 segundos del registro de los neerlandeses. El inglés entra en la agitación de la París-Niza.

Curiosamente, el nuevo mapa de la crono por equipos otorgó más importancia al individuo que al colectivo. A Pogacar, que en cuanto arrancó llevaba en agonía a sus compañeros, le cautivó la idea. Probablemente, con el modelo anterior, no hubiera logrado un tiempo tan bueno.

El esloveno es un solista, el mejor. Corre contra la historia y también frente a la fuerza de un ejército, el de Vingegaard. Al alcanzar la meta, Pogacar llegó solo. Esperó unos instantes y después rodó risueño y relajado junto a Bjerg, el único que pudo acompañarle, su lanzadera.

Vingegaard, muy protegido

Al resto de compañeros los vio después, en el autobús del equipo porque se consumieron mucho antes. En el Jumbo, los abrazos entre camaradas se sucedieron casi de modo instantáneo porque la escuadra aterrizó prácticamente al completo.

Vingegaard contó con dos escuderos, Tratnik y Van Hooydonck, para la foto de meta y el resto estaba en la inmediaciones, así que se reunieron muy pronto para celebrar la victoria, ajustada ante el Education First, que apostó por la hibridación.

Durante prácticamente toda la crono mantuvo el patrón habitual, parejo al del Jumbo, para después acelerar a Magnus Cort, nuevo líder. La crono por equipos mutante es finalmente una cuestión individual. La paradoja que fortalece a Pogacar.