- Con el Turquía-Italia arranca hoy en el Olímpico de Roma la Eurocopa 2020, con un año de retraso a causa de la pandemia, una idea que parecía descabellada cuando hace nueve años Michel Platini la propuso al Comité Ejecutivo de la UEFA celebrado en Kiev para conmemorar el 60 aniversario de la competición: distribuir el torneo por todo el continente en once ciudades sede y con cuatro selecciones más, hasta 28, en esta fase final.

En su calidad de vicepresidente de la UEFA y amigo del presidente Platini, Ángel María Villar hizo todo lo posible para que una de esas sedes fuera Bilbao, y como no podía ser de otra forma San Mamés fue el estadio elegido, y por muchas razones, para acoger tres partidos de la fase de grupos y otro de octavos de final por encima de otras tres candidaturas españolas, La Peineta, transformado en el Wanda Metropolitano; Cornellá-El Prat, el estadio del Espanyol, y Mestalla, en Valencia.

Pero Platini cayó en desgracia, víctima de la corrupción rampante, Villar también cayó en desgracia tras la Operación Soule y en consecuencia le echaron de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

Si el exjugador del Athletic hizo todo lo posible por que Bilbao formara parte del gran evento futbolístico su sucesor, Luis Rubiales, puso el mejor de sus empeños para conseguir todo lo contrario. Es decir, sacar a San Mamés del torneo y llevar la sede a Sevilla en virtud del contrato firmado entre la RFEF y la Junta de Andalucía para convertir La Cartuja en el Wembley de la selección española. ¿Y qué mejor forma de celebrar el acuerdo que acogiendo la inminente Eurocopa?

Faltaba la excusa, el relato como ahora se dice. La UEFA exigió la presencia de público en al menos el 25 por ciento del aforo de cada estadio. El Gobierno vasco respondió entonces (mediados de abril) que muy bien, pero siempre priorizando la precaución sanitaria. Osakidetza advirtió que para que eso fuera posible llevar a cabo en San Mamés, Bilbao debería tener una incidencia acumulada de covid-19 en 14 días inferior a 40 casos por 100.000 habitantes.

A tres días del debut de la selección española, la positividad en Bilbao ha bajado muchísimo, pero supera los 190 casos. Aún lejos de los parámetros de salud establecidos.

Conseguido lo que quería por evidentes razones económicas, y con La Cartuja reconvertida en el Wembley hispano, los ilusionados hinchas de la Roja se encontraron con la siguiente exigencia de la UEFA: "Los aficionados con entradas deben presentar un resultado negativo de una prueba PCR de covid-19 que no tenga más de 72 horas de antigüedad a la hora del inicio del partido o un resultado negativo de la prueba rápida de antígenos 24 horas antes del inicio del encuentro". Quien ya tenía compradas las entradas con mentalidad de hincha en tiempos de normalidad pasó del regocijo al cabreo monumental en cuestión de segundos, pues cuando el 13 de mayo se presentó en Sevilla el plan de seguridad de la sede andaluza nadie aclaró si sería necesaria una prueba negativa PCR o de antígenos o un certificado de vacunación para los asistentes a los partidos.

Y en homenaje al gran Luis García Berlanga, que este sábado habría cumplido 100 años, el asunto de las vacunas bien le hubiera dado como argumento bizarro para filmar la Escopeta Nacional IV por el grado de comedia bufa, esperpento y toque cañí del asunto, donde se ha visto involucrada la clase política, tertulianos de acento grave y los futbolistas, que han sido tratados como rebaños, con un grupo de jugadores concentrados en Las Rozas, otro en un céntrico hotel madrileño por si las moscas y los chicos de la selección sub-21 por otro lado a modo de reserva subsidiaria por si el covid-19 vuelve a atacar sin avisar.

Con todo, la Eurocopa arranca hoy, en el grupo A, con la disputa del Turquía-Italia en el Olímpico de Roma y el lunes será el turno de la selección española, que se enfrenta a la de Suecia en el grupo E, del que también forman parte Polonia y Eslovaquia.

De las once sedes, San Petersburgo acogerá seis partidos de la fase de grupos y uno de cuartos, mientras Wembley (la auténtica, la de Londres) recibirá tres partidos de la fase de grupos, dos de octavos, las semifinales y la final, el 11 de julio. O lo que es lo mismo: Inglaterra juega en casa.