Yune Nogueiras, Ane Gabarain y Elena Irureta protagonizan la nueva película de Paul Urkijo. Gaua se hace realidad con un estreno por todo lo alto este sábado en el Festival de Sitges, una cita referencial en la que el creador gasteiztarra ya sabe lo que es triunfar. Su exitosa Irati ganó allí el premio del público. Fue antes de hacer historia en las taquillas de las salas comerciales.

La película en euskera más taquillera de la historia después de conseguir el récord de recaudación en su estreno. ¿Todo lo que supuso ‘Irati’ es una presión añadida para el camino de ‘Gaua’? 

–La verdad es que es un factor en el que no pienso mucho. La taquilla es un síntoma de que muchísima gente fue a ver Irati, le gustó y quiso verla, hizo por verla. Espero que con Gaua pase lo mismo. Pero no pienso en autosuperarme ni nada por el estilo. Mi única presión es que a la gente le guste Gaua, que vaya al cine a verla y disfrute.

Vuelve a Sitges para el estreno. El del sábado será un día muy largo... 

–La promoción es parte del trabajo y ya sabes lo que toca. Hay un pase para medios a primera hora, después la rueda de prensa, entrevistas creo que durante todo el día y luego, a la noche, el estreno con público. Es una jornada para trabajar y para hablar de la película. Es parte del oficio. No es lo más divertido (risas), pero yo lo hago con ganas porque me gusta hablar de la película. Es mi obra y es el momento para poder hablar de ella.

“El éxito en taquilla de ‘Irati’ es un factor en el que no pienso mucho. Mi única presión es que a la gente le guste ‘Gaua’, que vaya al cine a verla y disfrute”

La historia

¿Qué se va a encontrar el público? 

–Es una película ambientada en el siglo XVII, ubicada en el valle de Xareta, por la zona de Zugarramurdi. Estamos en plena época de caza de brujas. Todos conocemos un poco ese contexto del proceso de Logroño y demás. La película cuenta la historia de Kattalin, que es una joven que vive en un caserío. Pero la suya es una vida desgraciada. Escapa en plena noche para adentrarse en el bosque. Ahí se va a tener que enfrentar a sus propios miedos. Se va a encontrar con unas señoras que están en un lavadero mientras cuentan historias de terror. A esos relatos, Kattalin se va a sentir vinculada. Por un lado, la película es un compendio de todos esos cuentos de la mitología vasca que están relacionados con la oscuridad, la noche, los terrores... con el reino de Gaueko. Y, por otro, hace referencia también a todas esas mentiras que contó la Inquisición en la época de la caza de brujas, cómo se decía que había una secta satánica en la que todo el mundo podía ser brujo juntándose para rendir culto a una especie de macho cabrío que representaba a Satanás.

Son muchos ingredientes... 

–Con ellos lo que he intentado hacer es juntar todas estas historias de terror, de los akelarres y de las supersticiones, de las que también hablaba mucho Barandiaran. La película está llena de muchos elementos, objetos, frases, hechizos... de esos mundos. Todo para hablar del mundo de la noche, que es una senda que quizás es necesario transitar para ser libre. La norma nos dice que tenemos que seguir el camino recto, el de la luz; pero a veces es necesario torcerse, salirse del camino y adentrarse en la oscuridad, en los miedos más profundos del alma para poder ser libres. 

Paul Urkijo Jorge Muñoz

En la noche también hay un poco de lujuria y diversión. 

–Sí, sí. La película también se adentra en el mundo de la libertad sexual y de las libertades identitarias. De alguna manera, de toda esa iconografía inquisitorial de la lujuria, de las orgías, de la antropofagia, del infanticidio... he intentado hacer una relectura, coger esas historias y dignificar, de alguna manera, las libertades que aquella represión intentó mancillar

“Que mis personajes femeninos protagonistas sean mujeres fuertes, cañeras, no es algo que haga de manera consciente, me sale de forma natural”

La mujer

En Euskal Herria en las últimas décadas sí ha habido una reivindicación de la sorgina como símbolo de la mujer libre, de la mujer frente a ese poder que busca su represión. ¿Hasta qué punto eso se refleja en la película? 

–La bruja es una figura que ya es parte del feminismo. Se reivindica la bruja como una figura empoderada, como un símbolo de lo femenino, de lo que es salirse de la norma, de ser libre, de ir en contra de la autoridad. Yo he crecido con esa imagen también. Para mí las brujas nunca han representado algo negativo, sino todo lo contrario. Por supuesto, es algo de lo que hablo en la película.

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En imágenes: Una jornada en el rodaje de 'Gaua'

Lo digo también porque la niña de ‘Errementari’ era una mujer de armas tomar. Claro, qué decir de ‘Irati’. En ‘Gaua’ vuelven a ser ellas las protagonistas, también con un carácter determinado. ¿Por qué en el imaginario de Paul Urkijo la mujer siempre tiene esa fuerza?  

–No es algo que haga de manera consciente. Sí, yo también me doy cuenta de eso, de que mis personajes femeninos protagonistas son así. Pero es algo que me sale de manera natural. En Gaua hay una presencia muy importante de mujeres y, además, de mujeres cañeras. No sé si es una cuestión cultural o lo qué, pero es que me sale así, no es algo que haga de manera predeterminada.

Sus dos películas anteriores supusieron rodajes muy exigentes, sobre todo por el trabajo en exteriores. Pero es que en ‘Gaua’ todo eso ha ido a más. ¿No quiere tener un rodaje tranquilo alguna vez? 

–(Risas) La verdad es que las imágenes que se me ocurren siempre son muy complicadas de llevar a cabo. Sé que mis rodajes son complicados, que, como dicen por ahí, siempre hay barro, noche, lluvia, frío... pero es que es parte del golpe visual que me gusta buscar. Siempre busco una textura oscura y agresiva, que se contrapone a las luces de ciertos personajes. Luego, en mis películas siempre hay alguna historia de amor, hay personajes con momentos muy emotivos y bonitos. A parte de eso, si quieres conseguir una textura realista tienes que rodar en localizaciones reales. Solo que en el caso de Gaua, todo ha tenido que ser de noche. Aunque en esta película sí que hemos construido un bosque de más de 170 árboles para poder crear una escena bastante cañera.

“Es muy importante que películas como ‘Gaua’ se vean en las salas; posibilita que se puedan seguir haciendo más producciones en euskera”

¿Para conseguir algo parecido al inicio de ‘Irati’, esa lucha de ejércitos tan impactante o va por otros derroteros? 

–Más o menos. No puedo decir mucho en este caso en concreto, pero sí te puedo comentar que en Gaua hay un par de escenas bastante épicas y grandes.

Más allá de que, como en este caso, se grabase en pleno invierno, rodar de noche es mucho más complicado siempre. 

Todo se ralentiza, el cansancio es mayor y todo se dificulta y se encarece. Eso es así.

El público

El público se tiene que... 

–A través del personaje de Kattalin, al que da vida una Yune Nogueiras que está increíble en el que es su primer papel de protagonista, lo que quiero es que la gente se emocione, que empatice con ella y que pueda sentir, a través de la noche, esa libertad que he intentado mostrar.

Puede que haya público que piense que volviendo a mirar a Euskal Herria, a sus mitos, historias, lugares... se esté repitiendo. 

–Me gusta contar la historia de mi tierra, transmitirla y compartirla también con la gente de fuera de Euskal Herria. De hecho, hay mucha gente que te hace llegar que quiere saber más sobre nuestra tierra, mitología y demás. Mientras pueda seguir haciéndolo, lo haré. Evidentemente, tengo otros proyectos en otros idiomas, aunque sean también de género fantástico. Pero el que quiera ver si me repito o no, que vaya al cine a ver Gaua y decida (risas).

En sus dos largometrajes anteriores hubo un trabajo muy específico con el euskera que también se da en ‘Gaua’. 

–Sí, sí. Hemos intentado emular ese euskera del siglo XVII, de la zona de Xareta, Urdax... y hemos intentado hacerlo bastante accesible. Tiene esa textura que para mí es importante, que hace que te adentres en esa época, pero cualquier euskaldun va a poder entender sin problema. Bueno, y habrá subtítulos en castellano, claro.

‘Gaua’ empieza su camino ahora, aunque en realidad casi todo el trabajo de Paul Urkijo ya está hecho. ¿Empieza a sentir la película como algo ya pasado? 

–Bueno, la promoción es un trabajo pero es verdad que es una fase en la que yo estoy disfrutando de hablar, como espectador, de la película. Lo más difícil está hecho, eso está claro. Ahora lo que tenemos que intentar hacer es darle al bombo y que la gente se entere de que Gaua va a estar en los cines y conseguir que la gente vaya a verla. Además, es muy importante que, siendo una película en euskera, se vea en el cine, en pantalla grande. Eso posibilita también que se puedan seguir haciendo más películas en euskera. Es vital que se vean en salas porque está relacionado con el hecho de que nosotros podamos seguir haciendo producciones en euskera.

¿Qué ha sido lo más complicado de todo el proceso? 

–El hecho de rodar de noche. También hay alguna escena con mucha figuración. Eso siempre es complicado. Pero siempre intento llevar las películas lo más estudiadas posible para luego poder ser orgánico, hablar con el equipo, cambiar cosas y dejar que las películas respiren. No quiero que estén encorsetadas. También ha sido este el caso. Tengo la sensación de que voy cogiendo experiencia y voy encajando cada vez mejor las piezas.

‘Irati’ todavía tiene sesiones especiales de proyección en muchos sitios. ¿Es una película que le ha dado mucho más de lo que esperaba? 

–Es que nunca pienso en qué me va a dar una película o no. Siempre pienso en la satisfacción de llevar a cabo una historia. Con lo que disfruto es con la ejecución y con sacar una película. Al final, son obsesiones que tienes y lo que quieres es hacer. Por supuesto, pensando en que la gente lo vea y compartir lo que has hecho. Siempre digo que yo dirijo como espectador. 

Si lo que quiere es ejecutar, habrá otro proyecto pidiendo ya paso... 

–Siempre andas con proyectos (risas). La rueda no tiene que parar. Mientras me dejen, yo seguiré haciendo. Y sí, haber, hay cosas.