La trigésimo segunda edición del Festival de Teatro de Humor de Araia sube el telón este jueves 14 de agosto. A las 20.00 horas, Gorakada llevará al centro de la localidad alavesa La Kermés del Vermú. Ya a las 22.30 horas, Koilara Teatro representará Espejismo, metamorfosis de una cucharilla en el Arrazpi Berri. Sobre las tablas del polideportivo esperarán al público Inda Pereda y Aitor Vinagret, bajo la dirección de Damián Bojorque.

¿Qué se va a encontrar el público detrás de este título tan singular de la obra? 

–(Risas) Sí, el título tiene su aquel. Es una comedia absurda, de teatro físico y de texto. Son 70 minutos de juego con una cucharilla y a partir de ahí vamos creando submundos. El eje principal es una tienda, aparentemente de antigüedades. Bueno, no me gustaría decir mucho más sobre esto, porque ahí ya cada persona sacará sus conclusiones (risas). En esta tienda se encuentran un cliente y un vendedor, y a partir de ahí, empiezan a crearse esos submundos que mencionaba. Muchos espectadores nos dicen que llega un momento en el espectáculo en el que simplemente se dejan llevar por este viaje. Nos suelen decir que hay instantes en los que ya no saben lo que va a aparecer. Al fin y al cabo, es el juego radical de dos actores en escena. Ambos estamos jugando y nos lo pasamos increíblemente bien. Disfrutamos muchísimo, también en las partes que hay de improvisación. Y todo ello gira en torno al juego que le sacamos a una cucharilla.

Con todos mis respetos hacia las cucharillas del mundo, pero, en principio, no parece que sea un elemento que pueda dar mucho de sí para una obra de teatro. 

–Sí, sí, en apariencia puede parecer algo simple y sencillo. Todo esto nace de esa verdad. Inda y yo quedamos un día que coincidimos en Barcelona. Y nos encontramos para eso, para jugar una tarde. Digo jugar y lo hago literalmente. Era ver si éramos capaces de sacar algo para poder presentar un espectáculo en algún lado. Después de tomarnos unas infusiones, empezamos a jugar y resulta que ahí estaban las cucharillas. Vimos que salían cosas, así que decimos grabarlo todo para ver qué material real podíamos llegar a tener. Después contamos con Damián para que nos ayudara a hacer el puzle, pero realmente creamos la pieza en una tarde juego. Eso es lo que es Espejismo, es decir, juego y risa. Al final, es la base de nuestro trabajo.

La primera producción del grupo

Es, además, el primer montaje de Koilara Teatro

–Eso es. Se llama así por eso, porque es la esencia del juego y es como nació el primer espectáculo. Ahora Inda y yo estamos creando un montaje de calle. De hecho, el 21 de agosto estaremos en Vitoria, en la plaza Santa María, haciendo un working progress ya que el estreno se hará en 2026, en la Umore Azoka de Leioa. Nos hemos metido de ello en este espectáculo de calle que sigue nuestra esencia del juego, pero esta vez en los códigos de la calle. Se llama La llegada. Pero sí, como decías, Espejismo en nuestra primera creación. Es un montaje al que tenemos mucho cariño. Lo hemos estado moviendo mucho en Cataluña, pero también hemos estado en el Teatro López de Ayala de Badajoz, por ejemplo. Funciona muy bien y eso que a veces a algunos programadores le choca lo que ofrecemos. Al final, en escena hay una mesa pequeñita que tenemos, dos actores y una cucharilla. Pero solo con eso, créeme, llenamos el espacio.

Inda Pereda y Aitor Vinagret Cedida

¿Qué reacciones buscan en el público? 

–Tiene que sentarse en la butaca y desconectar para meterse en nuestro mundo. Es lo que nos gusta cuando la gente sale de la función. Nos suelen decir que no sabían por dónde íbamos a tirar. Hoy más que nunca pensamos que la risa es revolucionaria. Vemos cómo la sociedad está cada vez más crispada y ves a la gente que va muy seria por la calle. Si por 70 minutos podemos hacer que el público desconecte y ría, nuestro trabajo ya está hecho. Además, nosotros en el escenario es que nos lo pasamos muy bien. En los momentos que hay improvisación, incluso aprovechamos para hacernos pequeñas putaditas el uno al otro. Somos una pareja artística que disfruta mucho. Hay muchas escucha, mucho respeto y mucha generosidad. Trabajar en dúo siempre es un reto pero cuando haces que el compañero brille, te das cuenta de que él está haciendo lo mismo por ti. Se genera una química que el público también percibe y así nos lo hace llegar. Eso sí, dentro del absurdo también hay críticas. La gente hace sus propias reflexiones y es muy bonito cuando el público nos hace llegar eso.

Sencillez y trabajo

Habla de jugar, de una única mesa, dos actores y una cucharilla, pero seguro que detrás hay mucho trabajo. 

–Claro, claro. Es como cuando vas al circo y ves todo tan bonito y fluido que puedes llegar a pensar que es fácil. Pero detrás hay mucho curro. Para que Inda y yo lleguemos al punto en el que estamos, se tiene que dar mucho trabajo, también fuera del escenario para fortalecer el dúo. Eso sin perder de vista que tanto él como yo tenemos nuestros proyectos personales, que se suma a lo que hacemos juntos. Es un trabajo por el que también nos dieron un premio a la mejor interpretación masculina en Barcelona. Nos encantaría mover mucho más este espectáculo porque funciona muy bien, pero bueno. Lo que más nos gusta es que sabemos que luego la gente está en casa o por ahí, coge una cucharilla y se acuerda de nosotros (risas).

El de Araia es un festival que ya conoce. No deja de ser actuar en mitad de agosto, en un polideportivo, en una localidad pequeña... 

–En el festival he estado como espectador varias veces y llevaba tiempo, también siendo de Gasteiz, con la idea de actuar en él. Es verdad que las fechas pueden asustar un poco porque te preguntas si irá gente. Pero yo ya sé que tanto el público del pueblo como de otras zonas responde muy bien. El festival, además, tiene un nombre. En ese sentido, vamos con ganas. Yo estoy muy contento personalmente por poder actuar en un festival al que tantas veces he ido como espectador. También por eso sé que el polideportivo se prepara muy bien como teatro.