Del 14 al 17, el Festival de Teatro de Humor de Araia vivirá una trigésimo segunda edición llena de alicientes para públicos muy diversos. Eso sin perder de vista que la amplia programación de propuestas de calle que se lleva a cabo de manera paralela por distintos puntos de Álava está dando sus primeros pasos. Todo ello es el resultado del trabajo de Jaione Azkona, que afronta su tercer año como máxima responsable de la referencia estival para la cultura del territorio.

No parece que se la sociedad en general esté precisamente en un momento muy dado a la risa, la carcajada y el humor. ¿Se ha convertido en un milagro, un privilegio, un oasis el poder reírse? 

–Sí. De alguna manera, no sé si es un milagro o un privilegio, pero sí tengo claro que es necesario, eso desde luego. Es como una pildorita, como un chute de energía. No puedes evadirte de la situación que nos rodea a nivel social y a nivel mundial con todo lo que está pasando. Pero el festival sí es un punto de encuentro, de comunidad. El poder reírte, poder estar durante el rato que dura cada función pasándotelo bien, olvidado todos los problemas que nos rodean ahora mismo, igual sí que es un milagro. Eso sí, detrás de él hay mucho trabajo de mucha gente. Pero sí, es un milagro y uno, además, muy necesario.

Tercera edición en sus manos. ¿Asentada ya? 

–Creo que sí, pero en constante aprendizaje. Eso espero poder decirlo un año tras otro, es decir, que sigo aprendiendo. Pero bueno, sí me siento ya confiada, por lo menos, de que el trabajo que hacemos se hace bien y que la gente está contenta. Yo estoy muy satisfecha con el trabajo y me parece un regalo el poder ofrecer esto a mi pueblo

La nueva edición

El día 18, además de estar agotada, ¿qué tiene que haber pasado para sentirse también satisfecha, partiendo de la base de que contentar a todo el mundo es imposible? 

–De eso cada año soy más consciente. Hay gente que sale de una función y me dice: ¿en serio has traído esto?. Pero al segundo de aparece otro que te dice: esto es lo mejor que he visto en todas las ediciones. Es imposible contentar a todo el mundo con todas las obras. Me siento muy satisfecha cuando la gente me dice que le ha gustado obras diferentes y ver que, al final, todos los montajes son mencionados por alguien. Eso es que hay algo que está bien, que indica que hay variedad y que, como el público también es muy variado, a cada persona le va a gustar una cosa más y otra menos. Si eso pasa, me sentiré satisfecha. A partir de ahí, ese 18 habrá mucho cansancio, no solo mío sino también de los técnicos, del personal que contrata el Ayuntamiento de Asparrena, de... De todas formas, ese día todavía quedará trabajo porque hasta el 31 seguirá la programación por los pueblos de Álava. Hasta ese día, la cabeza no para. Además, después hay que presentar la memoria, hay que seguir con otros proyectos que también tengo y están a la vuelta de la esquina... Es como pasar por una montaña rusa de diferentes emociones.

Jaione Azkona, directora del Festival de Teatro de Humor de Araia DNA

Una curiosidad, ¿‘Farra’ se contrata antes o después de que el espectáculo consiguiera el Max? 

–Antes. La vi en diciembre del año pasado, creo. Técnicamente tiene su intringulis traerla pero fue entonces cuando empezamos la negociación para traer el montaje. Justo el día que llamé al distribuidor ya con todo cerrado fue cuando, por la noche, recibieron el Max.

'Farra', de la Compañía Lucas Escobedo y la Compañía Nacional de Teatro Clásico Sergio Parra

Lo decía porque el premio, para el público en general, es un enganche muy bueno. 

–Claro, claro. De hecho, yo viví aquel premio con mucha ilusión. Es que traes una obra que está en el Festival de Almagro, que produce la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que es potente en sí y que además gana el Max, lo que a nivel de publicidad es importante. Que Araia pueda traer una obra que ha ganado el Max este mismo año es algo importante.

"La cultura está también para mostrar realidades que vivimos. Es necesario que haya caña"

Además, igual el caché ha salido algo más barato que si se hubiera contratado después... 

–Eso ya no lo sé.

¿Cuántos montajes se ha visto para, al final, conformar un cartel en el que figuran 16 obras? 

–Hace poco me preguntó un amigo que cuántas obras podía ver yo a lo largo del año. Le comenté que no sabía pero que acababa de llegar de Sevilla, de una feria, y me había visto 25 funciones en cuatro días. También bajo mucho a Madrid, vengo a Gasteiz, voy a Pamplona, Bilbao... Si tuviera que dar una cifra, yo creo que más de 150 obras igual sí que he visto, más las que veo en vídeo. Pero yo me siento muy afortunada pudiendo ver tanta cultura. Me parece que eso es un premiazo, igual que poder dedicarme a esto

Luego está el criterio para seleccionar: el personal, el del festival, el del público... ¿Escucha demasiadas voces dentro de su cabeza a la hora de tomar decisiones? 

–Sí que tengo muy en cuenta el tipo de festival que es el de Araia. Y pienso mucho en el público. Siempre digo: creo que esto en Araia funcionaría. Hay propuestas que, a lo mejor, a mí me fascinan pero que sabes que no pueden ser. Eso sí, ya me doy mis caprichos (risas). Todavía sigo teniendo presente el espíritu de Txortas. Pienso mucho en: ¿y qué le parecerá a él esta programación que he hecho? Hablo mucho con David Alcorta, el coordinador técnico, para compartir ideas y propuestas. Pero intento no contaminarme mucho y quedarme con lo constructivo. No me siento presionada por nadie, tampoco por ninguna institución

"Ir a un festival te genera resaca emocional. Te gustaría estar de manera constante en un festival de teatro, disfrutando de esto"

En la presentación del festival hablaba de diversión, energía y reivindicación. 

–Pasarlo bien es fundamental, pero la reivindicación, ya no en el festival sino también en mi vida, es importante. A nivel social es muy necesaria en estos momentos. Todos los años hay cosas reivindicativas y cañeras en los carteles. En esta edición está, por ejemplo, Nía Corcor, que reparte por todos los lados. La cultura está también para mostrar realidades que vivimos. Es necesario que haya caña.

¿Ya trabajando en el Arrazpi Berri? 

–Sí, empezamos el 30 de julio con el montaje del escenario, el graderío, la torre de control... 

Se podría hacer casi una obra de teatro de esto. 

–(Risas) Sí. Montar un teatro en un polideportivo sí que me parece un milagro. Las compañías flipan cuando les dices que van a actuar en un polideportivo. Y cuando llegan, alucinan con lo que ven.

Los públicos

Son días de mucha locura en Araia, con gente también que acude no solo del resto del territorio sino también de Gipuzkoa, Navarra... ¿Hay caras que se le terminan haciendo familiares? 

Hay caras que no son de Araia y que son fijas del festival. Y me pasa que voy a la Umore Azoka de Leioa y me las encuentro. Eso es muy bonito, que alguien que vive, no sé, en Donostia, te encuentras con él o con ella en Olite, Aria, Leioa, en el Principal de Gasteiz...

¿Hay tramos de edad que le preocupan? Me refiero fundamentalmente a los y las jóvenes. 

–Sí. Es fundamental y muy importante que todos los programadores, festivales, ferias y demás nos impliquemos y le demos espacio al público joven. Es básico que la gente joven coja el hábito y el gusto por la cultura, por ir al teatro, por esto que hablábamos de reivindicar, pensar y compartir. De hecho, en esta edición Farra está muy pensada para esta gente joven. Se me llenaría el corazón si viese a chavales y chavalas de 15 o 16 años viendo Farra. Sé que les va a gustar, les va a mover, que lo van a disfrutar. Muchas veces les pasa que van al teatro y se aburren. Farra, en este sentido, les puede enganchar.

¿Pero cómo se les lleva al teatro? 

–Tienes que ofrecerles cosas de calidad, que les interesen, que les motiven, que les entretengan, que les ofrezcas cosas que les resulten cercanas a la realidad que están viviendo con el tramo de edad que tienen. Tienen que dejar de vivir el teatro como una obligación. No es: te llevo al teatro y te tienes que comer esto. Hay que hacer para que puedan cogerle el gusto. En mi cabeza no entra que alguien no pueda disfrutar del teatro. Es gustosísimo. Es el mayor placer. Llegas y participas en un regalo que te están haciendo, que te engancha. Sé que hay mucho público joven que terminará acudiendo más adelante, aunque igual esté ahora a otras cosas. 

Si la directora del festival pudiera ser una espectadora más, ¿qué no se perdería de este año? 

En el Arrazpi Berri me resulta difícil pensar cuál me gustaría más. Pero estoy convencida de que yo, sin haber visto antes la pieza, disfrutaría mucho como espectadora de La mujer que mató todo de Nía Corcor. Es una función cañera que me gusta, que me atrae, que salgo con energía, con ganas de cambiar el mundo y darle la vuelta a esta sociedad en la que vivimos. Creo que disfrutaría mucho con ello. Y de la programación de los pueblos, por ejemplo, me quedaría con La Churry, que también tiene energía y esa cosa reivindicativa.

¿Cuándo empezó a planificar el festival de 2025? 

–En 2023.

¿Cuánta gente es necesaria para llevar a cabo el festival? 

–En torno a unas 20 o 25 personas.

Preguntaba estas dos cuestiones porque muchas veces es un trabajo imprescindible del que el público no es consciente. Y lo que no se ve, no se valora.

–Eso es así. Por eso siempre intento mencionar a gente como David Alcorta, Gentzane Martínez de Cestafe, las técnicas de Cultura de Diputación... Son las personas que son fundamentales. Durante el festival, yo podría desaparecer y todo saldría adelante porque hay unos técnicos que saben a la perfección lo que hay que hacer. Hay mucha implicación durante todo el proceso por parte de personas que trabajar de manera increíble.

¿Qué le diría a alguien que nunca ha ido al festival? 

–Que es algo que no se puede perder. Es una experiencia para vivir y para ver. El ambiente que se genera en el pueblo hay que compartirlo. Ir a un festival te genera resaca emocional. Te gustaría estar de manera constante en un festival de teatro, disfrutando de esto. Pero solo tenemos cuatro días, así que les aconsejo que vengan y aprovechen.