Una fiesta, un goce y un sueño. Eso fue anoche el primero de los tres conciertos que En Tol Sarmiento (ETS) ofrecerán en el BEC como agradecimiento a sus seguidores tras dos décadas de carrera antes de tomarse un merecido descanso. Bajo la denominación de 20 Urte Zuri Eskutik y entre una lluvia de clásicos, se vivieron más de dos horas a caballo entre el espectáculo musical contemporáneo y la raíz, con la tecnología más actual y el sentimiento y el aroma de la fiesta popular, entre la txaranga, el pop, el ska, la electrónica y un aluvión de himnos entre los que brillaron Aukera berriak, Ametsetan y Zurekin batera. 15.000 fans soplaron las velas de una velada para el recuerdo, con el aliento de invitados como Zetak, Dupla, Süne, Betagarri, Joselu Anaiak, dantzaris y los bertsolaris Maddalen Arzallus y Jon Maia.

Sí, fue una noche para el recuerdo, “un hito”, tal y como lo anunciaron los de Yécora, de esos que se mantienen en la memoria colectiva a pesar de la caída de las hojas del calendario. El ambiente estaba ya caldeado cuando ETS salieron a escena a las 21.00 horas. El pasaitarra Andoni Ollokegi y Gozategi, con himnos como Nirekin y Nor–Nori–Nork, se habían encargado de ello. A partir de entonces, todo quedó en manos de la música sencilla, fresca y bailable de los alaveses, que entraron a fuego con uno de sus himnos, Aukera berriak, tras un txupinazo y una loa a la fiesta popular y a la cultura euskaldun con una de las múltiples sorpresas de la velada, el apoyo de una txaranga que entró y salió del escenario hasta en tres ocasiones a lo largo de las más de dos horas de un concierto en el que sonaron una treintena de canciones.

Ese himno pop, con sus fogonazos rítmicos y melódicos, y con Iñigo Etxezarreta al frente, desató la locura entre un público intergeneracional formado por jóvenes, principalmente, pero que le ha llevado a pabellones y aforos masivos con la suma de aitas, amas e, incluso, no pocos txikis a los que se hacía difícil contener cuando sonó Egingo dugu eztanda, puro fuego propulsado por los vientos y los coros del pabellón. Aquello apenas había comenzado y el ska reggae de Zure mundua, con solos de guitarra y trompeta incluidos, y el guiño hip hopero a lo Esne Beltza de Zein erraza ya confirmaban que allí todos iban a una y que el público es el combustible del grupo: “gure arima, sua eta arnasa”, en sus propias palabras.

El deseo de dotar de identidad y fiesta popular a la velada se tornó evidente con el baile tradicional Bercijana de su localidad natal, que dio paso al bailable Guretzat, a las gradas iluminadas y al ritmo latino de Zerura begira, y ya, tocando cielo ante la respuesta, llegó el primer invitado de la velada, el saxofonista Pirata, que dio el relevo al Betagarri Iñaki Ortiz de Villalba, a quién Etxezarreta presentó como “mi referencia principal” tras interpretar Logela honetan.

Con Villalba rescató La chica del batzoki de Doctor Deseo antes de que el recital prosiguiera al ritmo de Berriro has gaitezen, de su último disco, asentado en un despliegue técnico cuya comparación haría sonrojar a no pocas propuestas comerciales internacionales gracias a un escenario amplio y diáfano con un piso elevado y una rampa central abierta al público, un sonido prístino y potente, 12 cámaras, 250 metros cuadrados de pantalla para propulsar unos visuales coloristas y lo que pasaba sobre el escenario y la consiguiente respuesta lograda debajo de él… En total, unas 40 personas entre los miembros de la banda, músicos invitados, dantzaris y equipo técnico.

Gelditu denbora e Itxura, esta con un guiño a Katedral bat de Berri Txarrak, dieron paso, a ritmo de arin arin, al dúo Dupla, que compartió con ETS Itzalizazu argia, entre el baile sintético y el reggetón, y luego atacaron Etorri gugana y un medley de romería, rancheras incluidas, con Joselu Anaiak, los botes del BEC y el postrero apoyo de la txaranga.

Las improvisaciones de los bertsolaris Jon Maia y Maddalen Arzallus desde la grada, entre loas a los de Yécora y al hito de la velada, ofrecieron el testigo a un tramo más calmo con la dulce Idoia, que apareció cantando la mítica Bagare y luego dotó de sensibilidad a la balada Zaindu nazazu, en la que un emocionado Etxezarreta recordó a sus seres queridos fallecidos, antes de una nueva salida de los dantzaris en Aurkitu genituen.

Los vientos y el ska de Beste behin, a la que siguieron Beldurrik ez, la lúbrica Sexuarekin y la popera e himno del aniversario Zure eskutik, cautivaron a un público que holló cima con la entrada de Zetak en Itzulera y siguió con Gu Ge Garena con el apoyo de Süne, que sacó a pasear su triki y el aroma de la romería más tarde con el rescate de Aldapan gora, de los extintos Huntza, con recuerdo a Maurizia y junto a Uxue Amonarriz.

Ya en la recta final hubo tiempo para Sumendiak, aunque sin la presencia de los catalanes Buhos; la sentida Abuela maitea; el único viaje a sus inicios en castellano con Hacia la luna; esa oda al poder reparador de las canciones que es Musikaren doinua y el ensoñador Ametsetan. Y como cierre final y entre el delirio colectivo sonaron dos de los himnos más celebrados de los alaveses: Heldu da garaia y Zurekin batera.

Y como dice su exitosa canción, el grupo de Rioja Alavesa y su público volverán a vivir otras dos comuniones con el par de “nuevas oportunidades” que les ofrecerán los recitales de la semana próxima, el viernes 21 y el sábado 22, en el mismo escenario del BEC, ambos también con sus 30.000 entradas adicionales agotadas.