De Vital por Álava a Arte Vital, de los Martes Musicales al iCOFF-Gasteiz, de... Son numerosas y variadas las programaciones en el territorio alavés que gestiona a lo largo del año el área cultural de Fundación Vital, sin perder de vista que se desarrollan otras líneas de actuación más allá de la programación pura y dura, como puede ser la convocatoria de ayudas a proyectos que la entidad tiene abierta durante todo el año.
Todo ello sobre la base de que la cultura es un derecho al tiempo que es una herramienta de cohesión social, de mejora individual y colectiva, de desarrollo educativo y emocional, de transformación e integración.
Sobre estas bases, este mismo año, por ejemplo, se están destinando a este apartado 2.194.000 euros, lo que supone un 21% del presupuesto total de la entidad (hace diez años era un 14%). “El área social es nuestra razón de ser, pero es cierto que al área cultura estamos dedicando casi los mismos recursos. Le estamos dando el peso que consideramos que debe tener”, apunta Arantxa Ibáñez de Opacua, directora de Fundación Vital. Junto a ella, los recursos humanos incluyen a Txus Ruano y Eduardo Fernández de Pinedo, como técnicos especializados, y otras dos personas que se encargan de cubrir las necesidades de Vital Fundazioa Kulturunea (Dendaraba).
“Tenemos que buscar nuestro espacio y nuestro lugar dentro de Álava. Estamos intentando hacer cosas que no hace el resto”
“Nos pueden las ganas y a veces deberíamos ser más conscientes de nuestras posibilidades reales. Ser más racionales y menos emocionales. Pero cuando alguien toca la puerta, difícilmente decimos que no. Cuando tienes recursos económicos y la posibilidad de echarle una mano a alguien, nos lanzamos”, apunta Ibáñez de Opacua, quien sostiene que en la fundación “tenemos muy claro que debemos buscar nuestro espacio y lugar dentro de Álava. Estamos intentando hacer cosas que no hace el resto. Los cambios son complicados y necesitan su tiempo, pero estamos en ese proceso”.
Ir más allá
En esa senda, “estamos tratando de innovar”, describe Ruano. “La innovación no es solo aportación de nuevas ideas, también tiene que ver con los procesos y las maneras de difundir. Con los diversos agentes, ya sea mediante colaboraciones o desde la iniciativa propia, vamos buscando aportar diferencias a lo que ya había. Esas diferencias pueden ser una maquinaria para generar un nuevo pensamiento, para una nueva sociedad”.
Así, más allá de la programación constante que se desarrolla a lo largo de todo el año, la entidad, por ejemplo, en los últimos años viene desarrollando un trabajo con los centros de creación que existen en el territorio, también a través de diferentes convenios. “Nos parece muy interesante que esos proyectos nos sirvan como aliados para llegar a muchas propuestas a las que, de otra forma, no podríamos llegar”. Al fin y al cabo, como apunta Ruano, “de lo que se trata es de ser nosotros más activos, más agentes culturales y generar esa oferta para todos los públicos que nos distinga del resto de entidades. Los agentes culturales de Álava tienen que ser aliados de la fundación y nosotros de ellos”.
“No conseguimos romper el círculo de personas que se interesan por la cultura; es un reto que tenemos todas las partes implicadas”
Porque “tenemos la obligación de ir por delante”, como dice Ibáñez de Opacua, “nos interesa que haya más colaboración entre los agentes culturales del territorio, sirviendo nosotros, de alguna manera, como nexo de unión”, señala Fernández de Pinedo. Y aquí vuelve a aparecer el verbo innovar, pero aplicado a la propia Fundación Vital. “Nosotros también caemos en las inercias en las que estamos y somos conscientes de que antes de pedir al resto que innove, nosotros tenemos que hacerlo primero”. En eso se está.
Vitoria y Álava
Sin perder de vista el peso que tiene la capital alavesa también en el desarrollo de las programaciones culturales públicas, privadas y asociativas, “tenemos muy interiorizado que debemos impactar en toda la sociedad alavesa”. Claro que la situación no es la misma en todos los sitios, pero sí hay un patrón que se repite de manera bastante habitual: los públicos tienden a ser siempre los mismos. “La gente que va a ver cosas y a participar es muy parecida. No conseguimos romper ese círculo de personas que se interesan por la cultura. Ese es un gran reto para todas las entidades que estamos implicadas en la cultura en Álava”, asume Ibáñez de Opacua.
En lo que se refiere a Gasteiz, en Fundación Vital se miran hacia dentro y creen que “quizás deberíamos ser más restrictivos a la hora de programar. Fomentamos, de alguna forma, que haya una oferta cultural en la ciudad no muy bien organizada”, según la directora de la entidad. En este sentido, Ruano comenta que “culturalmente, a la ciudad la vemos igual que como es la sociedad vitoriana: con miedo a arriesgar. Hay otras ciudades a las que les ha ido bien arriesgando y siendo más transgresoras. ¿Por qué nosotros no vamos a poder hacer lo mismo?”.
“A veces nos pueden las ganas; deberíamos ser más conscientes de nuestras posibilidades, más racionales y menos emocionales”
Con todo, como él mismo señala, “entre los agentes culturales hay un germen de gente nueva que con sus propios medios está intentando dotar de actividad cultural a la ciudad. Hay un buen semillero y nosotros estamos ahí para apoyarlo. Tenemos que estar en sus inicios”.
En cuanto al resto del territorio, y más allá de que siempre se puede mejorar en el terreno de las infraestructuras culturales, “para la dispersión que hay de población, hay una actividad bastante interesante y con agentes que se mueven mucho”, señala Fernández de Pinedo, quien reconoce que la fundación tenía un “debe” con la zona de Ayala que se está afrontando en estos últimos tiempos. “Hemos puesto el foco ahí y hemos visto que hay agentes que están haciendo cosas muy interesantes y con los que estamos colaborando. Vamos viendo frutos que marcan que hay esperanza”.
Los públicos
Con todo, cualquier paso se da pensando en la población, en unos públicos potenciales que son muy diversos y heterogéneos, y a ellos tiene que responder lo que se hace. Claro que aquí también es necesario no perder de vista la innovación. Por ejemplo, es imprescindible mantener programas culturales y educativos, uniendo la mirada hacia colectivos no tan favorecidos. Además, “en muchas actividades ves a un público a partir de cierta edad y en otras, hasta cierta edad. Hay una mediana edad que muchas veces se echa en falta”.
Para llegar al máximo número de personas posible también es fundamental la coordinación con otras entidades, sobre todo públicas. Pero en Fundación Vital reconocen, que sobre todo en el caso de Vitoria, esto no es tan fácil. “Intentas no pisar para no duplicar esfuerzos ni marear al personal. Pero a veces esa coordinación, por mucho que la busques, no es tan sencilla de encontrar como todos quisiéramos”. En esto habrá que seguir trabajando... e innovando.