La llegada del miércoles y, por tanto, de las dobles sesiones de Mendizorroza, supone que los conciertos del Principal recuperan su horario habitual de tarde, frente a las dos citas nocturnas de lunes y martes. La primera en tomar este camino del Festival de Jazz de Vitoria ha sido la pianista y compositora suiza Sylvie Courvoisier, que se ha presentado en el centenario edificio de la calle San Prudencio junto a Wadada Leo Smith (trompeta) como invitado especial, Nate Wooley (trompeta), Christian Fennesz (guitarra y electrónica), Drew Gress (bajo) y Nasheet Waits (batería).
Es Chimaera algo más que un disco o un trabajo en concreto, es un proyecto convertido en álbum que toma como punto de partida la obra pictórica del artista francés Odilon Redon. Tomando esa referencia como inspiración, Courvoisier construye una propuesta que camina sobre la base que siempre ha caracterizado su trayectoria, esa conversación que establece la música de cámara europea con los sonidos del jazz norteamericano.
Atmósferas especiales
Son los tres elementos que ha desplegado la creadora sobre las tablas de un Principal con el patio de butacas y preferente llenos, contando con un público al que poco a poco ha ido introduciendo en unas atmósferas especiales, pintando sonidos en un lienzo invisible a los ojos pero perceptible desde los oídos. Así, la pianista ha llevado de la mano al respetable por momentos de extrema delicadeza, pero también de ruido y distorsión, instantes en los que apreciar muy distintos matices y sensaciones.
Todo ello sirviéndose de unos compañeros de viaje que han sabido aportar a cada momento lo que era preciso, sirviéndose también del aporte de la electrónica. Todo ello ha terminado por configurar una particular exposición que ha atrapado a la mayoría, aunque, como siempre en estos casos, ha habido quien no ha entrado –no ha podido o no ha querido, que de todo ha habido– en una propuesta exigente a la par que rica y estimulante.