Chillida Leku, el museo consagrado a la obra del escultor guipuzcoano, cumple este miércoles 20 años. Con la pandemia, este espacio ha sumado una nueva vicisitud a las ya vividas y, aunque este verano ha perdido visitantes, sus responsables afrontan el futuro con optimismo.

“Era algo esperable. Los números nos han parecido muy buenos para las expectativas que había y acabaremos superando estos momentos de incertidumbre”, indica Luis Chillida, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, quien destaca la ventaja de ser un museo al aire libre.

El primer aniversario de la reapertura de Chillida Leku tras ocho años de cierre no se pudo celebrar en abril debido al confinamiento, lo que sí va a poder hacerse con las dos décadas que cumplirá este próximo 16 de septiembre.

La conmemoración será sencilla, muy diferente al gran acto que tuvo lugar el 16 de septiembre de 2000, cuando acudieron al caserío Zabalaga de Hernani, donde se extienden las campas de este espacio privilegiado, el lehendakari Juan José Ibarretxe, el entonces rey de España, Juan Carlos de Borbón, el presidente José María Aznar y el canciller alemán Gerhard Schroeder, entre otras muchas personalidades.

Sí habrá algo en común entre ambas celebraciones, pues volverá a sonar la música de Bach, el compositor preferido de Eduardo Chillida, en esta ocasión en versión jazzera de la mano de los pianistas Iñaki Salvador y Alexis Delgado, que tocarán el día 19 en el exterior del museo. El acto institucional se ha programado para el miércoles, cuando Amancio Prada interpretará el Cántico Espiritual sobre los textos San Juan de La Cruz, poeta por el que Chillida sentía gran admiración y a quien dedicó un gran número de obras.

A diferencia de la inauguración, a la que asistió un Chillida ya enfermo, este aniversario tendrá lugar en una Euskadi en paz, con ETA ya desaparecida, una ETA que buscó protagonismo hace 20 años cuando colocó varios lanzagranadas apuntando al museo que la Ertzaintza halló el mismo día 16 en un monte próximo.

La víspera de su apertura, la mujer de Chillida, Pilar Belzunce, y sus hijos Susana y Luis, dijeron en una comparecencia que apostaban por la “autonomía” de la familia para gestionar el museo, por lo que solo accedería a ayudas públicas para “proyectos muy concretos”.

Chillida Leku funcionó de esa forma en los primeros años, hasta que la situación de déficit llevó a los herederos del escultor -Chillida falleció en 2002- a negociar con las instituciones vascas la venta del museo, una operación que se frustró y que les obligó a anunciar un cierre temporal a partir de enero de 2011 que se prolongó ocho años.

El 10 de abril de 2019 se materializó su reapertura. El museo volvía a funcionar con normalidad gracias a los “compañeros de viaje” que los Chillida encontraron en la galería suiza Hauser & Wirth, con la que sellaron un acuerdo por el que la familia, que mantiene la propiedad del museo, iba a seguir desempeñando un papel clave en la nueva etapa.

Si para Luis Chillida el cierre fue el “peor momento” de estas dos décadas, la alianza con Hauser & Wirth supuso “la mejor noticia” para los herederos del escultor. “En este largo recorrido ha habido de todo, pero para nosotros es muy importante el haber conseguido mantener el sueño de nuestros padres, incluso en momentos complicados. En ningún instante pensamos en tirar la toalla y lo que fue una utopía para mi padre, va logrando volver a ponerse en marcha ahora de una manera más enérgica. El balance no puede ser más positivo”, afirma.

Con la incorporación de la galería, la gran novedad ha sido que por primera vez Chillida Leku se ha abierto a la obra de otros artistas.