mónaco. En Mónaco, todo lo relativo a la boda de Alberto II y Charlene Wittstock ha tenido mucho que ver con un reloj suizo: todo a su hora, todo según lo previsto, la riqueza ostentando por doquier. Para quien conozca la Roca convendrá en que allí, donde casi se puede comer en el suelo de las calles, la ostentación es la norma. En el baile que prosiguió a la ceremonia nupcial del sábado, la campeona de natación sudafricana y ahora princesa apareció con un vestido también firmado por Giorgio Armani. Lo cierto es que parecería que Charlene había nacido para ser vestida por el gran modisto, quien no faltó este fin de semana en el Principado. El recogido y moño de la novia eran impecables y la cola de su vestido, infinita, muy larga...

Los príncipes se dieron un nuevo baño popular tras la celebración de su enlace religioso, con un recorrido por lugares emblemáticos de Mónaco, hasta la iglesia donde la heredera del look de Grace Kelly depositó su ramo, y derramó, también unas lágrimas imprevistas en un constreñido protocolo. Durante la ceremonia, la pareja había mostrado bastante seriedad, y Estefanía se emocionó y lloró un poco.

La gente ondeaba banderas monegascas y sudafricanas, aunque no eran numerosos los seguidores populares.

Tras los retratos oficiales en Palacio, la pareja se unió a los 500 invitados de la cena que tuvo lugar bajo la batuta culinaria del chef Alain Ducasse. Algo sí falló: que los fuegos artificiales que pusieron fin al enlace comenzaron con 15 minutos de retraso. Y una noticia que ha empañado tanto halo de cuento de hadas: según el diario The Telegraph, Alberto de Mónaco tendrá que someterse a las pruebas de paternidad por los rumores no confirmados por el Palacio sobre dos supuestos hijos ilegítimos del Soberano. Con todo, la estela de la mítica boda de Rainiero y Grace Kelly, hace más de medio siglo, ha imprimido estilo en esta segunda boda del año (tras la de Guillermo y Kate Middleton). Carolina y Estefanía; Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi; miembros de las casas reales de más de media Europa y modistos y modelos de la talla de Karl Lagerfeld y Naomi Campbell concedieron brillo a un evento sobrio y pudiente, en el que incluso el Palacio monegasco brillaba de noche, cuando la pareja bailaba como en una cajita de música...