Desde su llegada a Vitoria-Gasteiz en el verano de 2023, Chima Moneke siempre ha estado en el centro de los focos en el Baskonia. El ala-pívot nigeriano lleva dos temporadas siendo uno de los nombres propios del conjunto azulgrana tanto por su relevancia dentro del juego del equipo como por su extrovertido carácter. Sin embargo, el interior, que termina contrato este verano y cuyo futuro apunta a estar lejos del Buesa Arena, ha sufrido una sorprendente transformación desde el parón del pasado mes de febrero, con la que ha cedido protagonismo a otros de sus compañeros.
Las casi tres semanas que el equipo estuvo sin competir a causa de la disputa de la Copa del Rey y de las ventanas FIBA dio a los azulgranas que no participaron en ninguno de los dos eventos mucho tiempo para reflexionar y para trabajar a las órdenes de Pablo Laso. Pues bien, ya sea por instrucción del técnico gasteiztarra o por iniciativa propia, la realidad es que la forma de afrontar los partidos de Chima Moneke ha cambiado notablemente desde entonces.
Desde el inicio de la temporada, el nigeriano se erigió como la principal referencia ofensiva del equipo y, de hecho, sigue siendo el máximo anotador azulgrana en la Euroliga (14 puntos por choque) y el segundo en la ACB únicamente por detrás de Markus Howard, además de liderar al equipo en valoración en ambas competiciones.
Cargar el peso del ataque en Moneke, eso sí, es un arma de doble filo, ya que el talento y las condiciones físicas del interior pueden servir para decidir partidos, pero su estilo de juego anárquico y su toma de decisiones pueden jugar también en contra del colectivo. Hasta el parón, muchos de los ataques pasaban por sus manos y era habitual verle amasar balón y atacar a sus oponentes en el uno contra uno para finalizar con un triple o una penetración hacia el aro.
Desde febrero, sin embargo, el balón pasa mucho menos tiempo en sus manos. Moneke ha cedido el peso del ataque a exteriores como Forrest, Howard, Luwawu-Cabarrot o Jaramaz en los minutos que está sobre la cancha y cuando recibe el balón para lanzar o penetrar a canasta lo hace en los segundos finales de la posesión tras una jugada más trabajada y no como primera opción del ataque.
Ya sea porque no se encuentra en la plenitud física del principio de temporada o porque se ha cargado de paciencia y está realizando un esfuerzo para no salirse del guion de partido planteado por Laso, Moneke está mirando mucho menos el aro y sus estadísticas desde el parón así lo confirman.
Misma eficiencia, menos tiros
En la ACB, el ala-pívot azulgrana ha pasado de promediar 14,4 puntos por encuentro en los 19 encuentros previos al parón a los 10 por partido que registra desde entonces. Este bajón se ha dado sin que cambie su participación en cuanto a minutos –se mantiene en alrededor de 25 por choque– y con porcentajes de acierto casi idénticos e incluso mejores, ya que ha pasado del 52,6% al 52,3% en tiros de dos, del 40% al 42,8% en triples y del 79% al 88% en tiros libres.
Por lo tanto, su caída en anotación sólo se explica con una notable bajada en su volumen de tiro. En efecto, ha pasado de lanzar 5,1 tiros de dos por choque a 3 y de 4,2 triples a 2. Por lo tanto, ha reducido sus tiros de campo a casi la mitad al pasar de 9,3 a sólo 5, algo tan significativo como asombroso. Su valoración, como es lógico, ha bajado de 17,6 créditos de media a 14,4, aunque ha aumentado sus números de asistencias al pasar de 2,4 a 2,7, lo cual indica que mira más a sus compañeros y menos al aro que hasta ahora.
En la Euroliga también se ha notado ese descenso en el volumen de tiro, ya que ha pasado de lanzar 5,7 tiros de dos y 4,2 triples a 3,6 tiros de dos y 2,9 triples con porcentajes similares, aunque en este caso su participación en cuanto a minutos también ha caído desde los casi 30 por choque previos al parón a los 23 que promedia desde entonces.
Su bajada en cifras reboteadoras –de 5,5 a 3,9 en ACB y de 6,6 a 4 en Euroliga– refuerza la teoría de que este cambio en su estilo de juego puede estar relacionado con la fatiga y el sobresfuerzo realizado en el tramo inicial de la campaña. Sea como fuere, la realidad es que, para bien o para mal, este Moneke no es el mismo que el de antes de febrero.